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El 69

Nos esperan batallas electorales reñidas (XXV)

Posiblemente, nunca antes Oswaldo Betancort había disfrutado tanto encontrándose con un sesenta y nueve de madrugada cuando ya daba por perdida la noche. Se iba de la fiesta electoral con la magua de que estuvo a punto de conseguirlo pero no pudo ser. Aunque sabía que quedaba noche, ya había perdido ese entusiasmo con el que se levantó por la mañana y con el que se sumó a la fiesta. En cambio, su principal contrincante política, María Dolores Corujo, se había entusiasmado una y otra vez con las actualizaciones de los datos en las que el vaciado de ciertas mesas le llegó a dar, incluso, ventajas de quinientos votos. Pero, al rato, se volvían a acortar las distancias, aunque ella seguía por delante. Era como un 69 rodando, donde a veces estaba un seis de nueve y otras era el nueve el que estaba de seis. No era precisamente la imagen de la consabida erótica del poder, ni del joder, sino la contumaz igualdad que tardaba en romperse definitivamente. Pero al final, como era de esperar, el recuento se tenía que acabar, dándole un protagonismo inmerecido a las últimas mesas contabilizadas. Como si no hubiese tenido el mismo resultado fatídico para los protagonistas el hecho de que les votaran al rival o les dejaran de votar a él/ella en las primeras mesas de las que se consiguieron conocer los resultados.

Lo reñido de la contienda, ha hecho que las 14.390 personas que depositaron el voto a favor de que Oswaldo sea presidente del Cabildo de Lanzarote disfruten del 69 como si fuera parte de ellos. Y, en realidad, es así. Todos son parte de ese 69, al margen de hora, mesa o municipio en el que hayan depositado el sobre con la candidatura de CC al Cabildo dentro. Es verdad que si solo 35 de ellos hubiesen decidido dar su voto a la candidatura del PSOE, Dolores hubiera aumentado sus 14.321 votos finalmente conseguidos hasta los 14.356 y hubiese repetido como presidenta por un solo voto de diferencia. Suficiente para ser presidenta del Cabildo. Es el valor doble de los votos captados directamente en los graneros del rival directo. Pero no fue así.

Me imagino que Loli miraría a la vez el 69 y el 100% escrutado con cara más de dolor que de placer. Estuvo tan apuntito de disfrutarlo y al final se le fue. Tampoco le alegraba nada imaginarse la cara de felicidad de Oswaldo, para ella un político menor. No sé si pensó en lo que había pasado cuatro años antes. Cuando ella, también por una pequeña diferencia, 168 votos (cifra menos erótica que ahora, pero es que con Pedro ni los números gastaban bromas cuando se trataba de Dolores), ganó la plaza. En aquella ocasión, la alcaldesa y parlamentaria veía como un gran triunfo tumbar al candidato presidente. Exactamente como ahora, que el alcalde y parlamentario la tumba a ella desde su sillón presidencial. Ambas situaciones, están separada por un mandato completo de cuatro años al frente del Cabildo. Ahí debe encontrar las razones de este 69, diferencia corta que le da un pase largo a sus pretensiones políticas. ¿Le pasó lo mismo que a su admirado y compañero Enrique Pérez Parrilla cuando infravaloró a Nicolás de Paiz y este le quito la Presidencia en 1987, después de cuatro años de gobierno socialista, para no volverla a ganar electoralmente nunca más (aunque fue presidente en tres ocasiones más fruto de los pactos con el PIL y CC)? ¿Dedicará este mandato y legislatura a llorar la pérdida entre plenos del Cabildo y del Parlamento como hizo aquel? Ambos siguieron, después de su fracaso inesperado, ejerciendo el doblete con las limitaciones impuestas por los electores. Y puestos a buscar coincidencias, también en aquel año de 1987, el PSOE pasó de gobernar Canarias a la oposición. Así que similitudes tiene en las que regodearse o aprender rápido para no repetir malas historias.

El 69 deja un sabor agridulce. Para la socialista, más amargo; para el nacionalista, más dulce. Pero que no se olvide Oswaldo que hace cuatro años fue exactamente al revés. Y que dentro de cuatro años puede volver a serlo. Se trata de aprovechar los cuatro años entre una cita electoral y la siguiente para llevar a cabo el encargo que les ha hecho el pueblo. Cuando ganas sin estar, ganas por tus promesas; cuando pierdes estando, pierdes por tus incumplimientos. Y tiene su lógica. Y 69 mañaneros no hay todos los días. Ni todas elecciones. Ni siempre se disfrutan igual.

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