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Y el Mediterráneo no bañó a Huelva

 

 

 

O lo que es lo mismo que Alberto Núñez Feijóo lo tiene difícil para ser investido presidente del Gobierno de España, aunque no imposible. Me imagino la cara del maestro Serrat al escuchar el (nuevo) lapsus de colofón de campaña del candidato del Partido Popular que situó a Huelva en la costa del Mar Mediterráneo.

“Cerca del mar, porque yo nací en el Mediterráneo, nací en el Mediterráneo…”, prefiero tararear las letras del poeta del Mediterráneo, cansado de oír los aspavientos del popular de máximas expectativas que de su previsión más optimista de conseguir  160 diputados en las elecciones Generales del 23 de julio, se quedó en 136 escaños la noche electoral, más uno que ha sumado este fin de semana con el recuento de las votaciones en el exterior, totaliza 137, todavía sin poder sumar con la derecha ultra de Vox (33 escaños) la mayoría absoluta del Congreso de los Diputados que reclama 176 apoyos.

El PP consiguió ganar las elecciones con poco más de 330.000 votos por encima del PSOE (121 escaños), segunda fuerza más votada, que liderada por el “resucitado” presidente Pedro Sánchez, también tiene complicado sumar dentro del llamado bloque de la izquierda. Además del ‘sí’ de los partidos  Sumar, Partido Nacionalista Vasco, Euskal Herria Bildu y Esquerra Republicana de Catalunya, los socialistas ahora también necesitan el beneplácito de Junts per Catalunya para alcanzar el número mágico de la mayoría absoluta. Tras el diputado perdido por el PSOE con el PP en el voto exterior, un ‘sí’ de Junts es duro de roer,  aunque tampoco imposible. La suma de este bloque de izquierda llegaría a los 177 escaños. Así que si no hay suma ni en el bloque de derecha ni en el de izquierda habrá repetición de elecciones este mismo año, entre noviembre y diciembre.

Ya hay ruido en el PP por el liderazgo de Feijóo y sus sonadas salidas en falso en campaña electoral, pero el mea culpa por ceder al discurso excluyente de Vox debe asumirlo el partido entero. Alguno que otro líder regional ya ha admitido públicamente errores de bulto como desairar al feminismo, disfrazar la violencia machista o atacar al colectivo LGTBI.

El castigo con la movilización de una izquierda que parecía en horas bajas fue evidente y el PP perdió la oportunidad de ganar holgadamente y sumar con Vox.  Lo vaticinaban casi todas las encuestas: victoria PP + Vox, pero pifiaron de cabo a rabo, excepto el estudio del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), organismo público objeto de burla por parte de la derecha, que al final fue el que más se acercó a  la realidad.

En cuanto a Núñez Feijóo, que se supone debe ser el primero en tomar la iniciativa para intentar formar gobierno, ya no estoy muy seguro que sus errores sean simples lapsus, que los cometemos todos. Es que antes del “lapsus” de Huelva en el Mediterráneo, en los días frenéticos de correría para vender su mensaje de persona presidenciable que por tanto le tocaría codearse con estadistas europeos, dijo que Extremadura estaba en Andalucía o que Valladolid era la capital de Castilla y León.

A ese paso el orador de Ourense tendrá que someterse al test de nacionalidad española que hacen ciudadanos extranjeros para acreditar su integración en el país antes de ver su sueño cumplido de montarse en la presidencia y aterrizar en el Palacio de La Moncloa.

Aparte de los deslices y mentirijillas de Feijóo sobre la revaloración de las pensiones en función del IPC, los datos de empleo o el precio de la energía en España, para mí y unos cuantos millones de ciudadanos es un alivio el batacazo de su socio, la derecha ultra de Vox, que perdió 19 escaños, y en consecuencia la fractura de la alianza peperianavoxéfila para intentar gobernar España, que todavía lo pueden hacer, pero la lluvia de reproches entre PP y Vox echándose en cara si uno perjudicó más al  otro apenas acaba de empezar.

Y de los resultados del nacionalismo simplón canario, es para que recojan banderas, se vayan a una casa de retiro a hacer autocrítica de verdad, y es que  ya está bastante manido el mensaje que “necesitamos que se oiga la voz canaria en Madrid”, sí que la necesitamos, cómo no, pero con contenido y propuestas bien fundamentadas y presentando gente capaz.

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