Arrecife les debe una calle
- Lorenzo Lemaur
Aquí, a la Pastelería Zayes, unas semanas que no había venido a comprar. Hoy vine.
Como de costumbre, lo hice caminando por el Parque Los Pinos. De camino me encuentro con las calles El Tres de Mayo, Lope de Vega y Luis de Guadarfía. Suelo ir mirando los rótulos con sus nombres que, por cierto, en Titerroy son todos nuevos.
De Luis de Guadarfía ya les conté. El Tres de Mayo, un barco de Arrecife. Lope de Vega, uno de los poetas y dramaturgos más importantes del Siglo de Oro español.
Entonces se me vino a la mente algo de lo que ya les he escrito en alguna ocasión: Arrecife le debe una calle a algunas personas lo bastante importantes para que su nombre figure es uno de esos modestos, aunque bonitos, rótulos. Cierto que, en cada ocasión en que la izquierda y el nacionalismo han tenido ocasión se la han regalado una calle a los suyos. No dudo que seguramente de forma merecida. Lo que ocurre es que, por lo que fuera, la derecha no le pone importancia a los nombres de las calles de la Ciudad.
Pero, pienso que la mezquindad y la insuficiente formación cultural de nuestros gobernantes locales han ido postergado a personalidades reconocidas en toda España como Adolfo Suárez y Juan Pablo II.
Además, les ha faltado cultura para que Miguel de Cervantes o Rafael Arozarena honren a una calle de la Ciudad.
También creo que les ha faltado altura de miras, generosidad y gratitud para que los presidentes del Cabildo, Antonio Lorenzo Martín, también Cronista Oficial de Arrecife, y los ya fallecidos Nicolás de Páiz y Enrique Pérez Parrilla, que juntos hicieron posible el único gran consenso de la política insular, por encima de intereses de partido, para aprobar el primer Plan Insular del Territorio de toda Canarias, tengan su reconocimiento en una calle. Ambos, además "políticos" apreciados y reconocidos profesionales en la abogacía y la enseñanza, respectivamente.
También han sido mezquinos, los posteriores mandatarios municipales, con quienes antes han sido alcaldes como Rogelio Tenorio, además muy popular farmacéutico, Jaime Morales Texidor, muy respetado profesor del Instituto y entusiasta promotor de la actividad juvenil y deportiva, y José Maria Espino, que además de reconocido y apreciado maestro, dirigió durante sus doce años de alcalde el salto de Arrecife a la modernidad.
Cambiando de ámbito, tampoco le han encontrado mérito nuestros regidores al personaje por excelencia de la literatura española: Don Quijote de la Mancha. De igual modo, les debemos una calle a los mundialmente afamados William Shakespeare, Salvador Dalí, Francisco de Goya. Además, ignoran las calles de Arrecife a personajes de la talla de Nelson Mandela, Teresa de Calcuta, Albert Einstein, Isaac Newton, Maria Curie o Thomas Edison.
Como también he denunciado en otra ocasión, al muy importante senador y constructor de la autonomía de Canarias, Rafael Stinga, lo tienen arrinconado en una trasera con un solo portal.
En el ámbito de la social, los gobernantes de Arrecife tampoco han sabido reconocer con una calle con su nombre a destacados vecinos como Antonio Becerra, fundador de los populares Almacenes El Barato, Antonio López Suárez, muchos en la Caja Insular de Ahorros y padre del ajedrez en Lanzarote, Santiago Alemán, el emprender empresario Eduardo Martinón, al geriatría Domingo de Guzmán o a la maestra Benigna Ferrer.
Seguramente todos tendremos otros nombres para proponer. También, a mi juicio hay otras personas, más jóvenes, con aún más méritos que seguirán engrosando sus merecimientos para que una calle del Puerto del Arrecife un día lleve su nombre. Me ahorro por ahora sus nombres.
¡No tengo vergüenza! En este caso los ediles municipales, como decía en uno de los cuatro sobritos de azúcar de mi café con leche de medio litro. "Yo sé las cabras que guardo", ponía en otro de los sobres de azúcar, y se que todos ellos van a seguir sin una calle en Arrecife.
Por cierto, con cuatro sobritos de azucar endulcé el medio litro de café con leche del desayuno. En los otros dos ponía: "Los dos patitos" y "Le dio un jeíto”.