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Breve radiografía de la política española

 

III/III.  Ciudadanía

 

 Las constantes reyertas políticas ahora extendidas al poder judicial. Oponerse a iniciativas, reconocidas como positivas, simplemente porque las han presentado los contrincantes. Supeditar  los intereses comunes, que, por pura lógica, debería apoyar todo el espectro ideológico, a beneficios partidarios o la falta de consenso en los temas de estado; redundan en la desafección y rechazo  ciudadano  al mundo de la política.

 Este desencuentro propicia, que minorías con solo el 1,6% de voto de nacionalistas e independentistas, condicionen la política española. Asistimos, con estupor, a la consolidación de dos categorías de ciudadanos, con niveles de derechos diferentes: quienes viven en comunidades históricas (Cataluña, Navarra y País Vasco) que tienen  más prerrogativas y el resto de los españoles.

 Para acabar con este orden de cosas tenemos pendiente una reforma electoral, pero como siempre no se ponen de acuerdo.  En sitios no muy grandes, donde la gente  conozca o al menos tenga referencia de los candidatos (es el caso de todas las islas no capitalinas), el sistema de elección debería ser por listas abiertas.

 Esta  crispación o polarización como ahora se llama, afortunadamente no se traslada a la  sociedad. Los ciudadanos no hacen suyas estas  peleas. El interés social se centra en las cosas de comer: precios, empleo, economía, vivienda, sanidad o educación. La gente quiere más colaboración, menos disputas, eficacia y  honestidad.

 Hay que ejercer la ciudadanía activa, implicada y responsable. No debemos hacer cierto el dicho de mi vecina, mujer con gran sabiduría popular: “conti más roban, más les votan”. Hemos de pedir cuentas y resultados a quienes están en las instituciones. Exigir honradez. Aislar  a los aprovechados o delincuentes. Castigar con nuestro voto a quien no cumpla. 

 Nuestra  sociedad es diferente a la de hace unas décadas.  Hay que abrir nuevas vías de participación ciudadana y las instituciones deben fomentarlas. La tecnología facilita la información y comunicación. Así, herramientas como webs, multivideoconferencias, foros, chats, encuestas on line o wikis, abren una nueva doble  vía para que la voz y propuestas de la gente sean escuchadas. Esta comunicación debería ser permanente. Los influencers y yotubers, tienen aquí un buen campo de trabajo.   

 Los principios del siglo XXI se caracterizan por el avance tecnológico, hecho que puede ayudar a  cerrar la brecha existente entre el ciudadano  y las instituciones. La juventud es nativa digital, su colaboración e implicación es importante.  Cada uno, instituciones y electores, deben poner su parte. La ciudadanía debería sentirse participe e incluso coprotagonista en la  toma de decisiones.

 

 P.D. Con esta entrega  acaba una serie de tres artículos, que intentan reflejar distintos aspectos del momento político actual. I. Derechas, II: Izquierdas y III. Ciudadanía. Si quiere recuperarlos, puede pulsar sobre el nombre del autor.

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