Música de ida y vuelta
- Alex Salebe Rodríguez
Alfredito sigue siendo el mismo ‘desinquieto’ de siempre, para describir con un canarismo su ímpetu y entrega artística sobre el escenario, aunque ya con 71 años y sin esa barba poblada y el pelo largo y alborotado, como recuerdo su figura de joven las primeras veces que lo vi actuar por la tele junto a su pareja de siempre, el violín.
Celebró su cumple en Canarias, dos días antes de su magnífica actuación en Lanzarote en compañía del grupo canario Troveros de Asieta, dentro del programa de la edición número 41 del Festival Internacional de Música de Canarias.
Francis Concepción, voz y guitarrista de los soneros de Asieta, que también ejerce de portavoz del grupo, fue rápido y preciso cuando le pregunté por Alfredo de la Fe: “grande como músico y energía grande dentro y fuera del escenario”. El maestro cubano también se deshizo en elogios hacia el grupo por su calidad musical y el trato de familia que le dieron en su gira por las Islas.
Conocía la trayectoria de Alfredo de la Fe, como la conoce cualquier salsero latinoamericano o amante de la música más allá de Las Américas. El man duro del violín de la salsa, puede escucharse en el lenguaje simplificado de una esquina barranquillera, pero nunca había visto a Troveros de Asieta, y eso que suman 34 años de vida artística.
Los soneros de Asieta tienen raíces en Santa Cruz de La Palma y tener raíces en la Isla Bonita supone, si no tener sangre cubana, al menos conocer que un cercano la lleve en sus venas. La historia da cuenta del movimiento migratorio de La Palma a Cuba desde tiempos de la conquista y la colonización, y a partir de ahí, la relaciones culturales del Archipiélago con la mayor de Las Antillas son estrechas, y la inmigración, como la música, ha sido de ida y vuelta.
La conexión de Alfredo de La Fe con Troveros de Asieta tiene una lectura que va más allá de un acompañamiento musical de hoy, es otro ejemplo de la universalidad de la música, de la mezcla de culturas y de la riqueza del fenómeno migratorio que hoy algunos quieren demonizar. El coro de la canción ‘Herencia y tradición’, de cosecha propia del grupo canario, lo recuerda: “solo tienes que mirar pa tras, herencia y tradición…”. Su repertorio musical basado en el son cubano y su camino por el chachachá, la guaracha, la timba o el bolero reafirman ese rico legado inmaterial.
El concierto que disfrutamos canarios, latinos y público de distintos países europeos tuvo un marcado acento salsero, con temas que Alfredo de la Fe interpretó en los setenta al lado de las Estrellas de Fania, la orquesta más grande y laureada de la historia de la salsa, pero el recital también transitó por el son, el jazz latino y las composiciones propias del grupo isleño.
Alfredo de la Fe y diez músicos de Troveros de Asieta sacudieron platea y balcón del Teatro El Salinero a punta de ritmos latinocanarios. Hasta tres veces bajó De la Fe del escenario para exhibir su virtuosismo en medio del público, siendo el summum de las emociones el solo de violín interpretando ‘Alfonsina y el mar’, y de mar, que las une y alejan, saben un poquito Cuba y Canarias. Piano, incorporación del violín y luego congas para ovación y cerrar con nota esta bellísima pieza.
Y como en los créditos de una película, es justo reconocer la participación de los músicos: Francis Concepción, voz y guitarra; Pedro Brito, cuatro cubano y voz; Fran Martín ‘Ciani’, voz y percusión; José Humberto Martín, trompeta y coros; Óscar Herrera, trompeta; Carlos Perdomo, contrabajo eléctrico; Jhony Olivares y David Platero, percusión; Alberto Martín, piano; Alejandro Suárez, trombón; y Alfredo de la Fe, violín.
De Troveros de Asieta hay que decir que la crítica especializada incluye el grupo entre las formaciones más importantes de música cubana hecha en España y Europa, ratificado por expertos cubanos que le concedieron el Premio Internacional Cubadisco 2012.
Gracias por tanta música y mucha razón tiene Alfredo de la Fe que en un breve diálogo al finalizar el concierto, aludiendo a la distancia que separa Canarias de mi tierra, me dijo que el concierto había sido un regalo de un pedacito de Barranquilla, la ciudad donde el maestro fue por una semana y se quedó a vivir año y medio.