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Deportes

Sixto y Carmelo: dos puntales, un destino

Quiero recordar en las navidades de este año 2023, donde la lucha canaria parece que comienza a alzar el vuelo con fuerza, maña y tesón en Lanzarote, a dos grandes luchadores que tuve el placer de disfrutar. Sixto Rodríguez Brito, hijo y padre de luchador, y Carmelo Guillén, padre y abuelo de luchador, eran dos deportistas de características distintas pero que se granjearon un destino muy parecido. Estrellas renombradas que brillaron en el terrero hasta su retiro y mucho más pero que vieron apagar sus vidas muy pronto. Los dos fueron policías locales, Carmelo en Tinajo y Sixto Rodríguez en Arrecife. Y ambos murieron sin llegar a cumplir los cincuenta años. Carmelo, con 47 años, al sufrir un accidente cuando disfrutaba en su barco de un día de playa y Sixto, como resultado de una grave enfermedad. Ambos, luchadores de las últimas décadas del siglo pasado siguen siendo recordados en los ambientes luchísticos como dos grandes guerreros y sus hijos, con igual nombre que ellos, nos hacen rememoran aquellas noches de gloria de Sixto y Carmelo en los terreros. ¡Va por ellos!      

Sixto Rodríguez, coraje y rapidez

Tenía doce años-nació el catorce de noviembre de 1964- , era delgado, pero se veía que era hijo de luchador. Tenía coraje, bastante coraje. No se arrugaba, a pesar de que era su primer entrenamiento. El hijo de Sixto Rodríguez, buen luchador de la gloriosa cuna de Tao, poco a poco iba siendo conocido por sus obras y no por llevar el mismo nombre que su padre. Ya en los juveniles, él, Mario Perdomo y Suso Pérez aportaron buenos trofeos a las vitrinas del equipo de su pueblo, San Bartolomé. Su estilo se fue profundizando con los entrenamientos. Trata su endeble cuerpo, que no respondía a su vigorosidad natural, con horas y horas de entrenamiento y gimnasio. Ya tenía un físico acorde con sus aspiraciones en este deporte. Salía al terrero con sus músculos marcados, caminando deprisa/deprisa, buscando la mano del contrario para pegar y luchar arriba a abajo. A la gente le gustaba su espectacularidad luchística porque era metódico en la ejecución de la técnica, pero también rápido y ágil. Sus caderas a veces daban paso a sus temidas cogidas de muslo si el contrario era mucho más alto que él.

Sixto estuvo luchando en el equipo de su San Bartolomé natal hasta el año 1989. En el 88, vivió una liga histórica al conseguir el campeonato para el San Bartolomé. Al año siguiente, Sixto cogió los bártulos y fichó con el Arrecife de Enrique Elvira, pero no tuvo demasiada suerte y se lesionó. En cambio, en el 90, se recupera y el Arrecife consigue no sólo la competición insular sino también el campeonato regional de Primera Categoría. De este equipo se va al Maxorata de Fuerteventura, viene y ficha en Tías sin mucho éxito y vuelve al conjunto majorero. Ahora milita en el gran equipo de Tinajo, de categoría Preferente, en el que es uno de sus destacados puntales.

Sixto Rodríguez ha derribado a la gran mayoría de los luchadores lanzaroteños de estos últimos quince años. Ángel García fue su rival más difícil en la década de los ochenta. Cuando Sixto ya hacía grandes barridas, se encontraba con que no podía superar a Ángel. Pero él no se asusta ante nadie y logró eliminarle en un par de ocasiones. En esta década de los noventa, en la que Sixto es un gran puntal, las victorias en los enfrentamientos entre ambos han sido para él. Mateo, Carmelo, Arcadio, Mario, León, Monzo II, Celso, Ricardo y Lito, entre otros, han probado la medicina de este bravo luchador.

 

Carmelo Guillén, el que faltaba

Sus comienzos en la lucha fueron fruto de la casualidad. Él quería estar en buena forma física y el Altavista buscaba luchadores para formar un equipo senior. El residía en ese barrio e iba a un gimnasio y Enrique Elvira, vicepresidente del nuevo club, lo encontró allí. Le miró de pies a cabeza y por lo que tardó calculó que medía más de metro noventa. Algo delgaducho pero fibroso. "Ideal, ya tenemos otro luchador para la cola", pudo pensar Enrique. Le anima, le convence y ficha. El viernes día 7 de febrero de 1986, Andrés Carmelo Guillén Martín tuvo su primera lucha oficial, en la presentación del C.L.Altavista y ya destacó su buena actuación. Estaba a punto de cumplir los 22 años -nació 11 de marzo de 1964-, nadie creía que un luchador que llegara al terrero entrado en la veintena pudiera alcanzar el éxito. Y se equivocaron; y se equivocaron por no recordar cómo Ulpiano Rodríguez, enseñó a luchar a don Joaquín Rodríguez, cuando este ya era un hombre, y después el gran coloso se recorrió el Archipiélago colmándose de triunfos. Carmelo no es don Joaquín, efectivamente. Pero sí el luchador lanzaroteño que ha sobresalido en estos últimos quince años.

Llenó su cuerpo de carne -ya pesa más de 120 quilos-, su mente de mañas, y se convenció de que era un hombre fuerte. Tiene una forma de luchar bastante anárquica, aunque guarda bien los principios más elementales de la posición. Se mueve de forma arrolladora, echa las técnicas con más convicción que estilo, sus largas y equilibradas piernas de muy de vez en cuando arman luchas, pero siempre son dos barreras difíciles de quebrantar. La cadera y el sacón, sus dos técnicas preferidas, no respetan la vistosidad de la ejecución clásica, pero revelan la fuerza de este mocetón que nació en Tinajo. Su sacón de camisa no suspende al contrario en el aire -como sí hacía Angel García-, lo arrastra como si tratara de un arado por tierras pedregosas. Es fuerte, muy fuerte, todo lo fuerte que se necesita ser para derribar a un luchador con la maña que te está esperando. Primero en el Altavista, después en el Tinajo, Carmelo ha dejado su impronta en la lucha lanzaroteña y pasará a la historia. Campeón regional de puntales C en dos ocasiones y subcampeón de los B, este luchador ha llegado en más de una ocasión a derribar diez rivales en la misma luchada. El Tinajo ha vivido las mieles del triunfo con Carmelo. Y allí sigue.

Texto íntegro extraído del libro “Lanzarote en el terrero”, editado en 1995 del que es autor Manuel García Déniz.

  • Escrito por Manuel García Déniz. Transcripción: Carolina García

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  • Escrito por Redaccion