Hasta siempre, Comandante'
- Alex Salebe Rodríguez, periodista
"Sí, ya hace un año que se fue Arturo Escarda"
Nervioso, hace un año, el 19 de octubre de 2018, llegué a última hora de la tarde a la sede del Ayuntamiento de Yaiza a sacar una imagen de la fachada iluminada de rosa en recuerdo del Día Mundial Contra el Cáncer de Mama. Ya tenía la alerta de mi amigo Antonio Morales, 'Antoñito', que desde Madrid angustiado y justo antes de entrar a una función de artes escénicas me advertía de una llamada de una mujer desconocida que avisaba que algo malo podría haberle pasado a nuestro amigo en común Arturo Escarda.
No tardaron los diarios digitales en dar cuenta de una tragedia en Famara con turistas rusos implicados. Arturo lo era de nacimiento, aunque en Moscú trabajaba como corresponsal de la agencia de noticias EFE ostentando su nacionalidad española.
Allí mismo, en el pueblo de Yaiza, esperando en el coche que oscureciera un poco más para conseguir la foto que fui a buscar, leí un titular y devoré el texto que confirmaba la muerte de una persona en la playa de Famara supuestamente de unos 60 años de edad, pero uno que tiene ya muchos años en el ejercicio del periodismo sabe que la primeras informaciones con respecto a las edades de las víctimas de accidentes y sucesos en general no suelen ser muy exactas, así que no era ni mucho menos motivo de tranquilidad la falta de coincidencia con la juventud de Arturo. En ese momento ya me temí lo peor, sobre todo porque Arturo no atendía las repetidas llamadas de móvil ni de Antoñito ni las mías.
Tiré entonces de fuentes informativas y solo de regreso a Playa Blanca, a la altura de Salinas de Janubio, pude aparacar para devolver la llamada con la confirmación que no quería oír. "Sí, la persona que falleció ahogada tiene la identidad del hombre por el que preguntas". Con Arturo había estado reunido en casa dos días antes y por poco tiempo para comenzar nuestro particular ritual de intercambio de obsequios, todos los suyos suvenires del Mundial de fútbol que acababa de cubrir en Rusia, excepto una atractiva botella de vodka que sin decirlo ni escribirlo llevaba impresa la etiqueta de la amistad, de la sincera amistad. Parece que lo estuviera escuchando con voz rasgada y sostenida: "Comandanteeee!". Era el saludo que siempre me exclamaba.
En teoría tendríamos tiempo de sobra para compartir muchísimo más, incluso con la visita de su novia Ana, también gran amiga de mi familia, a la que esperábamos desde Moscú un par de días después. Imposible imaginar que ese encuentro rápido de bienvenida sentados en el comedor de casa sería casi que el último momento de amistad. Alcanzó a preguntarle a mi hijo Mateo qué pesaba estudiar, y ante su respuesta "periodismo porque se me da bien escribir", replicó, "yo también tomé la decisión de estudiar periodismo cuando me di cuenta que escribía bien".
Adiós impensable y ¡absurdo! dada su rotundidad: "ustedes saben que yo no vengo a Lanzarote para ir a la playa, yo vengo a ver a mis amigos y a disfrutar del paisaje, del vino blanco y de la gastronomía", tanto que ese mismo día se había escaqueado del compromiso de ir con sus acompañantes rusos a una playa de Puerto del Carmen para poder visitarnos en casa. Parece una broma o un chiste de mal gusto, pero dos días después no solo no fue a la playa, sino que se bañó en una playa que mantiene bandera roja todo el año. En Famara dejó su vida y la continuidad de su prometedora carrera profesional.
Después de la pequeña charla en casa nos fuimos al paseo marítimo, caminamos hasta la explanada del puerto de Playa Blanca y allí nos echamos un par de copas de vino blanco de Lanzarote. Sin fotos. Las instantáneas estaban reservadas para el asadero que compartiríamos el domingo siguiente, sin embargo, la del brindis con vino blanco en Playa Blanca fue la última foto (imaginaria) con la que me quedo de Arturo porque me resistí a ver su cuerpo sin vida en el ataúd.
¡Qué vaina amigo! Insignificante que nos hayamos quedado sin ir con nuestras familias a Cuba o volver a visitarte en Rusia. Lo más doloroso es que la muerte es irreparable, y más triste aún cuando no hay enfermedad de por medio. "¡Ganas de Lanzarote!", rezaba en uno de los mensajes que me envió por whatsapp a su paso por Madrid antes de aterrizar en la Isla donde nos conocimos en una redacción y donde también nos despedimos, para siempre. El transcurrir del tiempo es inexorable, aunque como el título de la canción de Carlos Puebla de homenaje al Ché, 'Hasta siempre, Comandante'.
Comentarios
Cielo... es Disfrutarla nosostros aquí.
Y no se olvide Arturo lo grande q es, sí hablo en presente, sigue vivo entre nosotros. La capacidad increíble y cultural de la historia de los pueblos siempre me dejaba atónito y siempre nos superaba a mi el q mas . Hasta siempre Comandante