Un poquito de Educación, por favor
- MANUEL GARCÍA DÉNIZ
El alcalde de Yaiza, Óscar Noda, está entre preocupado, ocupado y muy cabreado por la tardanza de la Consejería de Educación del Gobierno de Canarias en construir en Centro de Enseñanza Obligatoria (CEO) de Playa Blanca.
Ayer, en el programa de la Cadena Ser “Hoy por hoy”, que dirige Javi Rodríguez, Noda mostró su contrariedad porque desde Educación no se garantice que los niños y jóvenes de Playa Blanca puedan empezar el curso próximo sin madrugones evitables, sin recorrer casi veinte kilómetros en guagua para llevarlos a la otra punta del municipio, Puerto Calero, y en aulas cercanas y no en barracones lejanos. Ahora, las obras del CEO parece que se ralentizan no sé bien por qué problema y serán los niños y jóvenes residentes en la zona sur de la isla los que tengan que cargar en sus mochilas con estos despropósitos.
No hay que explicarle a nadie la conveniencia de que la Enseñanza Obligatoria sea una educación de proximidad. Que se dé en el entorno inmediato de esos niños y niñas. Que esté en la misma zona en la que residen, que pierdan el mínimo tiempo posible en ir y volver y que se mantengan cerca de otros jóvenes del lugar. No solo se evitan posibles problemas en carretera y madrugones innecesarios y pérdidas de tiempo y desajustes con las comidas evitables sino que, además, en esas edades dan mayor tranquilidad a sus padres también. Pero es tan evidente que debe ser así, una educación de proximidad, que realmente es así en el resto de la isla de Lanzarote donde hay masa estudiantil suficiente.
Así los alumnos de Tías van al IES de Tías, los de Puerto del Carmen, al de Puerto a Puerto del Carmen, los de Costa Teguise, al de Costa Teguise, los de Arrecife, al de Arrecife y suma y sigue. Lo lógico, por otra parte. Lo ilógico es que se destinen más de una decena de guaguas a sacar a la masa estudiantil suficiente para tener un instituto en su zona de residencia y se traslade a casi veinte kilómetros de distancia porque un día, unos políticos descerebrados y mal encarados decidieron hacer un centro educativo casi encima del mojón de separación de Tías y Yaiza, donde no había un niño a kilómetros a la redonda, para satisfacer sus ansias de poder. Y por esa incongruencia, los niños del municipio de Yaiza, especialmente los de Playa Blanca, que son los más numerosos, tengan que ir un día sí y otro también medio dormidos, lejos de casa a recibir una educación exactamente igual a la que tienen derecho a recibir a las puertas de su casa.
En Playa Blanca hay cientos de alumnos, y cada año habrá más, porque es la más reciente zona turística de la isla y está todavía en construcción, con lo que eso significa para la atracción de nuevos residentes que quieren empezar una nueva vida cerca de donde tienen su trabajo. Nada nuevo. Ya pasó antes en Puerto del Carmen y después en Costa Teguise. Como ha pasado en todas las zonas turísticas de Canarias, en las que el mismo gobierno que tiene las competencias de Educación recauda impuestos a manos llenas gracias a las declaraciones de esos mismos trabajadores y al consumo propio y de sus clientes a través del generoso 7% de IGIC. Si el Gobierno sabe que Playa Blanca existe porque recauda, raudo y veloz, con sus importantes movimientos económicos, lo lógico es que pusiera también igual interés en repercutir la parte social que se merecen estos vecinos. Además, a esta altura de la película turística, del desarrollo económico de Canarias, sorprenderse con el comportamiento de los flujos inmigratorios de las zonas turísticas no es de recibo. Tampoco lo es la tardanza en equipar a estas zonas con los servicios básicos como la educación y la sanidad. No se pide que se trabaje como chinos y que se construya un centro educativo o sanitario en diez días. No, no es eso. Pero tampoco puede ser que se tarden más de 10 años en construirlos, después de otros tantos en darse cuenta que se necesitan. Y, mientras tanto, todo se mete en la mochila de los escolares. Mucho están tardando los padres en reivindicar con más ruido y más nueces los derechos de sus hijos. Yo no hubiese esperado tanto, sinceramente.
Comentarios