PUBLICIDAD

Parte de guerra (1)

Desde mi confinamiento personal, intento mantenerme activo. Las nuevas tecnologías nos permiten no solo publicar sino también recabar información de un sinfín de fuentes, sin salir del puesto de trabajo y de nuestras casas.

Iniciamos hoy el sexto día de estado de alarma, con las restricciones ya conocidas. El enemigo llevaba ya meses desarrollándose en el territorio estatal, utilizando como centro de operaciones la principal ciudad de España, que es su capital, Madrid. Los datos que nos llegan de la vanguardia de la guerra en España son realmente dramáticos, asustan. Cada 16 minutos muere una persona en Madrid con coronavirus Covid-19. Cada 16 minutos. ¡Qué horror! En Italia, en un día, mueren 475 personas. Son cifras de periodos de guerra. Y todavía no se ha alcanzado el pico, el que se busca como punto de inflexión para empezar a bajar y aplanar la gráfica.

No sabemos si lo de Madrid es el adelanto de lo que tenemos que pasar en todos los sitios, o el hecho de que el estado de alarma nos haya cogido con un menor desarrollo del virus, nos librará de las pérdidas, ansiedades y dramáticas situaciones que padecen los madrileños.

Soy hermano, tío y marido de médicas. Tengo a dos de mis hijos, una  hermana y sobrinos en Madrid. O sea, que vivo esta guerra con muchos familiares en el frente. Gente aguerrida, formada y expuesta que está dispuesta a estar en primera línea, ante un enemigo altamente contagioso poniéndose ellos en riesgo, poniendo en riesgo a sus familiares, anteponiendo su obligación y su compromiso de salvar vidas por delante de la de ello/as mismo/as. Por eso no me extraña nada que se me escapen las lágrimas cuando veo a un sanitario de Madrid, agotado, pedir más medios y más comprensión en esta guerra. Al igual que me entra cierta rabia cuando veo, en la retaguardia, a los políticos arengarlos como si fueran colegiales, en lugar de mandarles todos los medios necesarios para que no caigan, ni ellos ni sus pacientes, en servicios que son vitales, que si salen bien acaban con una medalla más en el pecho de políticos, militares, o gerifaltes sanitarios de rueda de prensa y convite de alta alcurnia.

Mientras nos entretenemos en casa de la manera que cada uno quiera y pueda, hay gente que está yendo más allá. Es verdad que hay políticos, militares, repartidores, dependientas  y otros profesionales dando el callo,  mientras a nosotros nos han dado la tarea de reducir nuestra movilidad y vida social para evitar no colaborar con el enemigo, para no hacerle las cosas más fáciles al coronavirus este del carajo. Pero el frente está en los centros sanitarios. Quienes saben qué hay que hacer, quiénes se exponen donde el virus se ha atrincherado son los sanitarios. Este enemigo no negocia. Este enemigo no tiene representación diplomática, no descansa y multiplica sus recursos sin necesidad de logística. Se multiplica dividiéndose. Pero eso es el virus. Nosotros, los humanos, necesitamos de logística y mantenernos unidos. Y, sobre todo, ser capaces, desde los puestos de la retaguardia, de mantener bien dotado y en las mejores condiciones el frente de ataque. Allí tenemos a nuestra gente más vulnerable, nuestros enfermos contagiados, presos del virus, y a nuestros soldados más valerosos y valiosos. La guerra se gana allí. Y es ese punto el que tenemos que reforzar aquí también para que, cuando llegue el ejército más nutrido del enemigo vírico, se encuentre también con nuestras mejores legiones perfectamente armadas y con la moral muy alta.

 Aplausos a las ocho, sí; pero también equipos, mascarillas, respiradores, camas y todos los medios necesarios para reducir al mínimo las bajas. Son nuestra esperanza.

 

Comentarios  

#2 Alfonso 20-03-2020 21:53
Adelante animo.
Citar
#1 Jose 20-03-2020 19:13
Gracias, de verdad
Citar

Escribir un comentario

Código de seguridad
Refescar