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Se nos escapa la guagua

 

Hace 20 años, en la campaña electoral de 2003, intenté que el candidato a la Presidencia del Cabildo de Lanzarote por el PSOE, Manuel Fajardo Palarea, diera prioridad a la apuesta por la mejora del transporte colectivo de Lanzarote. El transporte público colectivo, las guaguas, en aquella época, igual que ahora, era un déficit social importante.

No era fácil convencer a alguien que va en BMW de alta gama a los mítines, que vive en Arrecife y que tiene el despacho de abogados donde trabaja a menos de doscientos metros de su casa y los juzgados a otro tanto, de la importancia que tienen las guaguas para las personas trabajadoras que viven en un pueblo y trabajan o estudian en otros. De entender los costes que tienen que soportar en familias de trabajadores de clase baja y media para motorizarse ellos y motorizar a los mayores de edad de su clan. Ni los sacrificios que conlleva estar todos los días como “taxistas” de los hijos menores de edad para llevarles al colegio, a clases particulares, a entrenamientos deportivos y a casas de amigos, por no tener un transporte público al alcance de la mano. Aun así, después de insistir, conseguí que él y su séquito electoral se fueran a la estación de guaguas de Arrecife, se montaran en una guagua y se desplazaran a Tinajo. La idea era llegar a Tinajo, después de hablar con los pasajeros durante el viaje, llegar al pueblo y departir con los vecinos sobre sus necesidades en las tascas de la zona. La realidad fue que se subieron a la guagua, se pusieron a hablar entre ellos y cuando llegaron a Tinajo ya estaba Mame Guerra esperando con el BMW verde de alta gama para volver, de forma inmediata, a Arrecife. El interés era el que era, aunque se sacaran la foto y dijeran que había que mejorar el servicio de guaguas.

El transporte público en Lanzarote siempre ha sido deficitario, siempre ha estado en las mismas manos empresariales y siempre los políticos han vivido de espaldas a esa realidad, entendiendo que era mucho mejor que cada vecino tuviera su coche, incluso dos, como muestra del avance económico y bienestar social que se respira en Lanzarote. Una apuesta más por las apariencias que por solventar los problemas. Ahora, cuando los políticos se jactaban de decir que los lanzaroteños preferían el coche a la guagua y que por eso el transporte público es lo que era, que así eran más libres, la realidad les atropella. Ahora, cuando pasan las guaguas llenas por las paradas dejando atrás a trabajadores, que llegarán irremediablemente tarde a sus trabajos, se sorprenden y ponen el grito en el cielo y el conocimiento en el suelo.

Los mismos políticos que siguen al pie de la letra el dictado de los empresarios, da igual que se llamen de izquierdas o de derechas porque ellos son sólo de sí mismos, ni tan siquiera se dan cuenta de la realidad que están pasando los trabajadores. Decía en una entrevista, con más razón que un santo, el consejero no electo de Podemos Nicolás Santana que en Lanzarote hay trabajadores que trabajan 12 horas por las que le pagan 8 y les contratan por 4, para demostrar la debilidad y precariedad de estos frente a sus empleadores y sus carencias para recibir, después, subsidios sociales. Pues a ese trabajador, que muchas veces vive en Arrecife, peor todavía si es en un pueblo del interior de la isla, pero trabaja en Playa Blanca, se le exige que se compre un coche, que pague un seguro, que gaste en gasolina, en ITV y demás para llegar a su lugar de trabajo. Con unos sueldos ridículos, cada vez más bajos (a veces como los contratan por medida jornada para hacer una y media, cobran por debajo del sueldo mínimo interprofesional), se ven obligados a dejarse una parte importante en gastos de transporte. Y eso, en estos momentos, cuando podrían estar yendo gratis a sus trabajos en las guaguas, con su bono social, es fuente de crispación. Hasta el punto que algunos pasajeros, ya desquiciados, ponen el grito en el cielo y descargan su ira, por el abuso que soportan, en el conductor, que no tiene culpa ninguna, pero es el que no para a recogerles, cuando la guagua va llena.

Es realmente patético cuando ves a políticos y dirigentes del ramo echarse las manos a la cabeza y hacerse los sorprendidos ante la lógica, aunque incívica, reacción del trabajador que se ve ninguneado en todas y cada una de sus etapas vitales. Le explotan en el trabajo, le discriminan en los servicios y le torean y engañan sus políticos. Es el cóctel perfecto para que se acabe la tranquilidad social que hemos respirado hasta ahora, durante años de mangoneo, enriquecimiento rápido y políticos lentos y cortos. No se puede dejar la política en manos exclusivas de una clase acomodada, entretenida en repartirse premios, estampitas y privilegios cuando el grueso de la población se asfixia entre las exigencias y el abandono. Al final, algo tan básico como la guagua puede ser el detonante que reclama una isla como esta nuestra.

La debilidad del sistema de movilidad, las carencias de transportes eficientes e infraestructuras adecuadas de comunicación,  puede ser inspiradora para que se despierte un movimiento social que ponga las cosas en su sitio y a los políticos en guardia. No hay mal que por bien no venga. Veremos.

Comentarios  

#2 Thaishe 18-01-2023 10:44
Le invito a que indague y estudie los resultados de cuentas de los últimos 10 años de la empresa que explota la concesión que son públicos, como Ud. sabe y escriba sobre ello. Es hora que se sepa donde van los beneficios que ha generado el transporte público de la isla y la nula repercusión que han tenido en profesionalizar y mejorar el servicio adaptándolo a los nuevos tiempos que vivimos. Tanto por el Cabildo de Lanzarote y quien explota la concesión
Enhorabuena por el artículo.
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#1 Macarena 18-01-2023 06:33
Ves lo que ocurre con el transporte? Pues igual con muchos temas en esta isla. De mal en peor. Y vuelven y le votan al mismo partido. Es que no aprenden. Parecen masoquistas. Yo aún...no veo ningún partido político que trabaje por y para el pueblo....pero ya verás todo lo que prometen. Hipócritas todos y todas.
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