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¿Quién es el mejor político de Lanzarote?

 

Cuando uno lleva casi cuarenta años exponiéndose en los medios de comunicación, tratando diferentes temas, escribiendo de casi todo, pero destacando por el trato especial a la política, tiene cierta lógica que la gente te conozca, te pare por la calle y te haga preguntas variopintas sobre el devenir de la cosa pública. Me suele pasar con enorme frecuencia, más desde que soy uno de los tertulianos habituales de “Café de Periodistas” desde sus inicios, allá por 2006, y que dirige, en Lancelot TV, Jorge M. Coll, al que creo un amigo y con quien comparto curiosas anécdotas desde los tiempos en los que nos iniciamos en el periodismo en los años 80 en una revista, Lancelot, que fue el faro de todo el desarrollo periodístico posterior de la isla, junto a Radio/Voz Lanzarote, que representaba la otra orilla, en la que también estuve años más tarde por más de una década.

A pesar de que estoy acostumbrado, reconozco que en esta ocasión me sorprendió. Era un señor mayor que yo, con sombrero y hablar pausado. Se me acercó en la calle Real, me saludó y me puso la mano sobre el hombro. No quedaba más remedio que frenar la marcha y atender el reclamo popular. No le conocía de nada. Pero él me llamó por mi nombre de pila como si desayunáramos juntos todos los días en esas cafeterías que pueblan ahora la que fue la principal calle comercial de Arrecife.

 _ Mire usted, Manuel, me gustaría hacerle una pregunta, si no le importa.

_ A ver, dígame – Le contesto, convencido de que no me iba a preguntar por una calle o la ubicación de un comercio que hubiera cambiado de sitio.

_ ¿Usted quién cree que es el mejor político de Lanzarote? – Soltó como si me estuviera preguntando cuánto son dos por dos.

Tuve la sensación que se debe tener cuando a uno le da una bajada de tensión. No sé si el hombre lo notó pero era lo contrario de lo que pensaba y de lo que me interesaba. Deseaba una pregunta sencilla de contestar y que me permitiera alejarme del interrogatorio con rapidez y acierto. Pero no había escapatoria y nombre que darle. ¿Qué hago? Le pude dar esquinazo, tomármelo a la risa, y seguir mi camino. Pero no me parecía serio hacer eso. Estaba ante un hombre mayor, educado, que me miraba como si estuviera mirando a un mago en el momento en el que tenía que sacar del sombrero la paloma. Parecía mirarme de forma tan intensa, que no me pareció oportuno contestarle de forma que se notara que la paloma estuvo siempre ahí, y que más que un truco de magia estuviera haciendo un paripé.

_ Lanzarote no tiene políticos buenos, así que buscar al mejor no es sino intentar engañarnos. Tampoco sería fácil decirle cuál es el peor, aunque todos sean realmente malos. Le dedico mucho tiempo a la política, hablo con muchos de los políticos y les analizo a todos pero nunca me he parado a pensar cuál sería el mejor. Me interesan más las dinámicas de las propias instituciones, de los grupos de gobierno, que sean capaces de hacer cosas. Que por otra parte, tampoco se dan. Apenas se hace nada.

_ Hums, perdone, no quiero molestarle ni entretenerle más, pero no podría darme un nombre. Usted les conoce a todos, alguno habrá que le gustará              más que el resto – Me dice con una vocecita que me parte el alma, por la humildad que muestra, por la paciencia y el interés

_ Es verdad que usted no me preguntó quién es el mejor sino quién creo yo que es el mejor. Con lo que sería más fácil contestarle. Pero a estas alturas de la política y de mi carrera profesional no me atrevo a darle semejante premio a tan malos candidatos ni tan siquiera delante suyo exclusivamente, por mucho que pudiera negar después, en caso necesario, por vía judicial o teatral, que yo dijera eso. Lo siento, no tengo un político mejor.

 El hombre me miró, educadamente me quitó la mano del hombro y antes de irse me soltó su valoración

_ ¡Váyase usted a la mierda! – Me dijo. Sin acritud, sin alterarse, con la misma normalidad que se acercó y me mandó a parar  y se fue. Me quedé con la sensación de haber frustrado a ese hombre al no poderle contestar, lo que sí que me alteró a mí.

 Sigo sin entender cómo una persona no se frustra y se rebela ante el engaño permanente al que le someten los políticos insulares que le mienten sin contención, que le roban sin control y que les cercenan el futuro de sus descendientes y su presente. Y todavía están más interesados en saber cuál es el mejor en lugar de darles su merecido penal y electoral a cada uno de ellos y mostrarles el rechazo más contundente.

La mediocridad está tan extendida como el latrocinio y la impunidad.  El querer encontrar al mejor en semejante jungla, sin antes esperar a ver si se produce algún cambio apreciable, me parece un despropósito. El otro problema que impide un cambio es que los jóvenes, los nuevos y nuevas, intentan imitar a los que estaban. Aprenden de ellos. A ignorar los problemas, no a solucionarlos. A ganar sin trabajar, a cobrar sin contrapartida, a asociarse con premisas de bandas no de organizaciones políticas.

¿Y todavía quiere usted el nombre del mejor? ¿No sería mejor ir articulando medidas para evitar a los peores, a los que siembran el desconcierto, a los que lideran la gran farsa insular? En eso pierdo más tiempo que en ver quién es el mejor. Aunque a la vista está que con igual resultado.

Comentarios  

#1 requerido 15-09-2023 22:43
La mejor, en mi opinión, es Chaxiraxi Niz. Se echó al mar a salvar a migrantes que llegaron en patera en plena pandemia. La mejor me refiero como persona. Gestionando no se si es la mejor porque no vivo en Haría ni quiero darle un disgusto a Pepe.
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