Lanzarote, entre La Graciosa y Fuerteventura
- MANUEL GARCÍA DÉNIZ
Este año, del que ya apenas nos queda un trimestre y ha estado lleno de acontecimientos electorales, lo he dedicado también a viajar por las islas. Apenas me queda una visita que ya tengo prevista a El Hierro, para haber estado en las nueve islas, incluyendo a Lobos entre las ocho oficiales. Me apetecía, después del encierro pandémico, volver a ver mi archipiélago en su totalidad, en un periodo de tiempo corto, para comparar con el pasado pero también con el presente. Y ha valido la pena. Siempre es motivo de alegría viajar, más si es por nuestra tierra, llena de contrastes y de gente maravillosa. También hay algún cabroncete, pero de esos ya hablo casi a diario.
En ese peregrinaje de voluntad laica, me quiero quedar hoy en una comparación con las dos islas vecinas pobladas. Dejo la Isla de Lobos al margen, aunque el hecho de que acabara hundiéndose hace unos días “El Majorero”, el barco que me llevó desde Fuerteventura, me ha dado un vuelco en esa confianza que yo siempre deposito en el transporte público colectivo. Yo nunca pienso que un barco se pueda hundir o un avión caerse o una guagua empotrarse en el primer muro de la última curva. Confío en la profesionalidad de esos “chóferes” experimentados. En quienes no confío tanto, y cada experiencia te da el tono de tus confianzas, es en los políticos. Ni de aquí ni de allí. Pero mucho menos en los de aquí, que los conozco bien y sé cómo se las gastan.
Y es fruto de los políticos las diferencias que veo al viajar a Fuerteventura y La Graciosa. En La Graciosa, donde mandan nuestros políticos de Lanzarote (sigo sin entender por qué La Graciosa no tiene una especie de Ayuntamiento-Cabildo y un diputado regional y se autogobierna como cualquier otra isla. En la Península, hay ayuntamientos independientes con menos población incluso), cada vez que voy tengo la impresión de que está peor. Veo más suciedad, veo más dependencia de Lanzarote y veo más desorganización. En cambio, en Fuerteventura, donde estuve trabajando en La Voz de Fuerteventura a finales de los años 80, cada vez que voy, veo los avances. En Puerto del Rosario, sin ir más lejos (que en Fuerteventura se puede llegar hasta la Punta de Jandía), la mejoría es innegable. Sus calles llenas de esculturas, sus infraestructuras públicas, la peatonalización del centro, la recuperación de la playa chica, el paseo marítimo nos dan otra ciudad más acorde con el nuevo Fuerteventura que ya supera los 100.000 habitantes. En la isla, se percibe su apuesta por la energía eólica, con molinos que dejan pequeño al Quijote, por una moderna red viaria y por el turismo. Hay un indudable avance sostenido.
La Graciosa es una isla pequeña, menos de 30 Kilómetros cuadrados, la más pequeña de las habitadas. Fuerteventura es una isla de las grandes, la segunda con más superficie del archipiélago, solo por detrás de Tenerife, a la que supera en playas paradisiacas por goleada. Todo apunta a que sería más fácil convertir La Graciosa en referencia piloto para casi todo y convertirla en una referencia mundial de sostenibilidad. En cambio, en Fuerteventura se ven más ejemplos de los que nos exige el futuro que en La Graciosa. ¿La diferencia? Está claro: en La Graciosa gobiernan los políticos de Lanzarote y en Fuerteventura, no. En serio, no tengo la menor duda.
En Lanzarote, incluyendo La Graciosa, el deterioro y la no planificación en estos últimos veinte años han sido una constante. El Siglo XXI en Lanzarote ha llegado por la universalización de la tecnología y la economía pero todavía se le espera en un desarrollo local, público y social. Podemos pensar que en todos los sitios se cuecen habas. Si vas a La Graciosa, sigues pensando que sí, si vas a Fuerteventura ya empieza a pensar que no. Y si te sigues movimiento por Canarias, te das cuenta que no es un problema de islas ultraperiféricas, sino de nosotros mismos. Y si todo es culpa nuestra, podemos solucionarlo nosotros mismos. Basta con afrontarlo. Si no lo cree, vaya a Fuerteventura. O a cualquier otra isla. Yo ya tengo el billete para ver qué han hecho en El Hierro que nosotros no hemos podido hacer en La Graciosa, aunque aquella isla tiene 25 veces más población y 10 veces más superficie, con una orografía más indomable.
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