Ella no baila sola
- MANUEL GARCÍA DÉNIZ
Ayer, viernes, la doctora Fraguela terminó su jornada laboral sabiendo que ya no habría un mañana para ella en su lugar de trabajo. A pesar de la insistencia de sus superiores, ella tenía claro que era el momento de cambiar de vida, de aceptar el destino, de disfrutar del millón de cosas que se pueden hacer fuera de un hospital. Colgó su bata, Blanca como ella, y se dispuso a irse. Sin mirar hacia atrás, sin pedir nada más, se enfiló al pasillo, con su decisión de siempre, pisando fuerte e intentando que no se notara el desgarro de separarse de la que ha sido su vida a tiempo completo estos últimos treinta años. Y, entonces, sintió el bullicio tan impropio de un centro hospitalario y los aplausos de sus compañeros, de celadores, administrativos, enfermeros, auxiliares y doctores, que quisieron darle un adiós emocionado. Y la dama de hierro, tantas veces inflexible si consideraba que la situación lo pedía, se emocionó. Aplausos, abrazos y besos serán su último recuerdo de una vida volcada en la sanidad.
La grancanaria Blanca Fraguela ha sido un referente de la Sanidad en Lanzarote. Hasta en tres periodos distintos ha estado al frente de la Gerencia, batallando entre políticos, sanitarios y pacientes, desde la sombra nacionalista que apostaba por su liderazgo. Nunca es fácil moverse en este mundo de intereses, listas de espera y vidas al límite: las de los pacientes y las de los políticos, mientras los profesionales piden mejores condiciones y más atención. Su vida ha sido la entrega a una causa: a su causa y a la de la sanidad. Le ha gustado mandar más que recetar, curar en masas más que de uno en uno, disponer qué médico atiende mejor al paciente que recibirle en la consulta. Ella es médica de formación pero es, sobre todo, una hacedora de la sanidad, medio política, medio médica, en medio de la necesidad y la respuesta efectiva.
Los últimos años, los ha pasado en el Departamento de Admisión como jefa. Lidiando con citas, intentando que se agilicen y que no se cuelen, preservando el sentido más público de una sanidad que ayudó a mejorar desde el Hospital Doctor José Molina Orosa. Deja amigos y no tan amigos, a quienes piensan que ha sido la mejor y quienes no piensan lo mismo. Aunque, en un mundo actual, en el que se reclama la integración de la mujer como un reto necesario, no estaría de más no olvidarse de quien ha sido la única mujer gerente del Hospital Doctor José Molina. Ni de su entrega, ni de su voluntad y compromiso en hacerlo lo mejor que sabía, echándole más horas que nadie y sacrificando una vida exterior, para vivir en el Hospital como si fuera su casa y todos sus compañeros su familia. Incluidos los encontronazos propios entre hermanos por no entenderse del todo bien o por no quererse entender del todo mal.
Quien trabaja, se acaba echando de menos por los compañeros y usuarios. Y la doctora Blanca Fraguela trabajó. Tanto que no quiso seguir ni un día más de los que correspondía para disfrutar de su merecida jubilación. La tentaron, pero ella sabe que la deuda con su vida la tiene fuera. En el Doctor José Molina Orosa ya ha dejado todo (y más). Ahora le toca disfrutar del mundo real sin bata y sencillamente como Blanca. ¡Que le vaya bonito!, doctora Fraguela.
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