Natalia García, un ejemplo de gala
- MANUEL GARCÍA DÉNIZ
“Natalia García ha anunciado que a causa de una afección de salud importante debe de abandonar la práctica activa del baloncesto a sus veintiún años. El CB Tenerife Central tiene el honor de haber sido su último club, aunque nunca vimos que esto fuese a suceder ya que tenía un potencial increíble, como demostró siendo la mejor jugadora de la Primera División Nacional las tres últimas temporadas”. El pasado 29 de octubre, me emocioné al leer este texto del CB Tenerife Central sobre mi sobrina Natalia, la hermana de los luchadores Rayco y Ángel y de la veterana capitana del Magec Tías, Yaiza García González. Unos días antes, había sufrido un percance de salud que le obliga a retirarse de jugadora de baloncesto, con solo 21 años, deporte al que estaba vinculada desde chinija.
Natalia creció queriendo ser una estrella del baloncesto, bajo la influencia de su hermana mayor, Yaiza, que también se empeñó en demostrar en varios equipos de la geografía española que, desde el Magec Tías, se podía llegar al cielo, pasando una y otra vez por el aro. Se hizo amiga inseparable del balón e iba de aquí para allá botando la pelota. Quería que la mano y la pelota se hicieran amigas, que saliera y volviera de ella como un boomerang obediente. Quiso aprender de verdad, formarse, y sacrificó el calor de sus padres para aprender a jugar, durante años internos, en un equipo de referencia de Lugo (Galicia). Volvió a Lanzarote, con las lecciones aprendidas, y dispuesta a irse a Tenerife a diplomarse en Magisterio pero también a seguir creciendo en la cancha. Su ascenso técnico, sus números de cada partido, sus aspiraciones, su actitud eran de una gran jugadora.
Todo parecía preparado para empezar a escalar sin límites, sin techo. Los astros se habían alineado para que ella encontrara el camino que tanto soñó, por el que tanto trabajó. Y sin esperarlo, sin ni siquiera avisar, le llegó el mazazo. Todo se vino al suelo. Sus sueños, su cuerpo, su trayectoria. Pero salvó lo más inmediato: su vida. Es suficiente para que una mujer como ella levante el vuelo con la misma fuerza nada más supere el duelo por su pérdida. Por esa vida que se creó en las canchas a fuerza de constancia, trabajo e ilusión. Le queda otra vida por delante, toda una vida. Que tendrá que armar de nuevo, en los alrededores de la cancha, como monitora, directiva, entrenadora, lo que ella quiera, menos lo que ella quiso. No puede jugar pero sí transmitir su experiencia, su lucha, su técnica. También cabe alejarse y encontrar su felicidad con la familia, amigos y amigas que ella elija en lo que quiera. Está viva. Y esa es una victoria insuperable cuando el destino y los genes te juegan una mala pasada.
“Gracias Natalia por todos los puntos, las canastas, asistencias y rebotes que nos diste en cada partido y por tu implicación en las dos temporadas y media en las que lo diste todo en la cancha formando parte de nuestra #familiacentral, de la que ya eres componente vitalicio. Hiciste que el club creciese gracias a los resultados deportivos y vivimos una Fase de Ascenso a Liga Femenina 2”. Así le agradecía su club tinerfeño su incuestionable y sobresaliente aportación al equipo. ¿Perderá la “Gala del Deporte de Lanzarote”, que se celebrará a principios del año 2025, la oportunidad de hacer de todos los lanzaroteños el ejemplo de Natalia? No me queda la menor duda que la trayectoria y la pérdida de esta jugadora sobresaliente se lo merece. Ahora me queda por comprobar si los dirigentes del deporte insular están a la altura. Me volvería a emocionar mucho.