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El bueno, el feo y el malo

 

A veces, y sólo a veces… desde que volví a iniciar esta etapa como servidor público en un área tan importante y sensible como son las políticas sociales, tengo tiempo y ganas de perderme en la divagación del mundo de lo opinable, principalmente porque nuestra realidad insular lleva implícita dedicación sobre los aspectos realmente importantes, motivo por el que además de preocuparme me ocupo no permitiendo que la distracción me aparte del compromiso adquirido con los conejeros, con los gracioseros pero sobre todo conmigo mismo.

Pronto comprenderán el motivo por el que aparco mi regla de oro, entre otras razones porque no todos los días un servidor público como es mi caso amanece con unas palabras de un profesional de los medios, periodista de intachable trayectoria en la comunicación insular, que decide regalarnos a sus lectores y a mi, su valioso tiempo, sus pensamientos y hasta casi un juicio final, dedicándome un “artículo de impresión”, llamemos el artículo de esta manera esperando no causar ningún perjuicio al redactor, que me dedica en su totalidad de forma particular y especial.

En una sociedad cambiante donde reina la incertidumbre con rotundidad asevero que en mi epitafio, aquellos que me quieren no me definirán como “alguien bueno y sabio”, que dedicó su vida o parte de ella a predicar “la palabrita de dios” además de “correveidile” de la “parejita feliz” que me sostiene en el Cabildo. Manejo la certeza porque entre otras cosas tengo la inmensa fortuna de no necesitar que se me sostenga ni en el Cabildo ni en ningún otro lugar porque será en la primera institución donde este servidor con certeza acabará su etapa profesional. Afortunado me siento porque mi trayectoria profesional me ha permitido conocer esta administración desde distintas perspectivas, y en ambas la hoja de ruta es la misma: generar oportunidades de cambio, espero que si alguien me recuerde, golpee su memoria como alguien que creía firmemente en la capacidad de ser humano para ser generadores del cambio. Sin mayores aspiraciones que la defensa social y actualmente la enorme responsabilidad de tratar de buscar respuesta y soluciones a los más vulnerables.

Motivo por el cual rehúso de toda practica política que se base en la utilización torticera de la verdad, que deposite en la población más miedo, más incertidumbre y más desconfianza de la que ya para nuestra desgracia la población debe de soportar.

La política y los servidores públicos debemos aspirar a la búsqueda de soluciones, me aparto de toda idea que genere engaño y angustia al administrado más aún cuan compañeros de otras siglas políticas que no merece nombrar, utilicen a modo de escenario cuyo telón de fondo sea recursos esenciales como la sanidad y los servicios sociosanitarios persiguiendo como único objeto y a cualquier precio generar una falsa incertidumbre, lástima que mi defensa de lo público no genere noticia solo opinión.

Seguiré, seguiremos… avanzando en sociedad hacia un modelo de atención de excelencia donde el eje de las políticas sociales se centre en las personas y trataremos de no distraernos de las malas artes porque mi valores y naturaleza obedece y aspira a un estado de bienestar, donde prevalezcan los hechos y las acciones.

De resto, encontrado el bueno sólo le queda encontrar el malo y el feo y así disponer de su propia triología.

Marci Acuña, consejero de Bienestar Social del Cabildo de Lanzarote

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