Inmigración
- Eduardo Núñez González
En Europa hace tiempo que existe preocupación por el abultado número de migrantes extracomunitarios. España, algo más tardío como país de acogida, lo considera entre sus primeras inquietudes, pues el 52% de los españoles opina que hay demasiados inmigrantes. Ya se considera un problema propio de la Unión Europea.
Sin embargo, la realidad se impone. El viejo continente en general y nuestro país en particular, tienen crecimiento demográfico negativo (mueren más de los que nacen). Si queremos seguir creciendo, conservar nuestro nivel de vida y tener trabajadores para cubrir nuestras demandas presentes y futuras, necesitamos la inmigración. El sistema público de pensiones solo se puede mantener con muchos trabajadores activos y cotizando.
Es de general reconocimiento, que la fuerza de trabajo inmigrante ha sido un factor positivo en la buena marcha de la economía española. El PIB creció un 3,2% en el año 2024 (a la cabeza de Europa) y un desempleo del 10,6%, un dato tan bajo no se registraba desde 2007. Los últimos años han sido de crecimiento constante.
Si contextualizamos este aspecto laboral en nuestra Isla, constatamos que existe alta demanda de mano de obra con diferentes cualificaciones y, a pesar de la fuerte inmigración, resulta difícil cubrir todos los puestos de trabajo. Mientras tanto, el porcentaje de desempleados está sobre el 10% (más de 7000 personas). Esta paradójica situación resulta de difícil explicación y peor entendimiento.
Este fenómeno demográfico de la migración, visto desde el país de acogida, también tiene aspectos poco positivos. Muchos migrantes vienen con un visado temporal, sin permiso de trabajo ni documentos que les permita actividad profesional. Sin embargo, nada más llegar buscan ocupación y permanecen años en la clandestinidad laboral y fiscal. No cotizan ni contribuyen de modo claro a la riqueza nacional, solo favorecen a quienes los contratan sin pagar los correspondientes costes. Luego traen a sus familias, que retoman el mismo proceso. Hay que acabar con los abusos en el sistema de salud, educación y prestaciones sociales.
Contra la inmigración ilegal, está la legal. Actuar, de alguna manera, en los países de origen, formación inicial de trabajadores, tanto en el futuro desempeño como en valores, normas y costumbres de la sociedad de acogida. Traer la mano de obra necesaria con los perfiles idóneos y la debida calidad. La migración la consideramos un problema, pero también es una oportunidad de futuro.
Debemos tratar este asunto como una cuestión de estado. Plantarle cara y no utilizarlo como arma política arrojadiza. Tenemos que dejarnos de hipocresías. España puede y debe integrar migrantes, pero de modo planificado y ordenado. Debemos ir por delante, no a rastras. El sentido común nos abastece.
Eduardo Núñez González.