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REPROCHE SOCIAL Y JUDICIAL, SÍ; ACOSO Y AMENAZAS DE JAURÍAS HUMANAS, NO

 

Sinceramente, se hace difícil de entender que personas que defienden el respeto a los animales y se manifiesten en contra del maltrato animal estén, después, dispuestas al linchamiento de personas. El caso de la muerte del perro Timple, a manos de una pareja de irresponsables, posiblemente más por negligencia que por voluntad de sacrificar al animal, que ya ha sido condenada judicialmente por su actuación, está llenando las redes sociales de mensajes no sólo intimidantes sino también de comportamientos que rayan el acoso.

Es absolutamente comprensible que, en las redes sociales, quién quiera y cómo quiera manifieste su opinión sobre el tema. Está claro que el comportamiento de esta pareja, que ha llevado a la muerte a un animal en condiciones claramente de máximo sufrimiento,  se merece el reproche social, además de una contundente condena judicial. Incluso es meritorio que se movilice la gente solicitando el endurecimiento de las penas para casos como este. Pero una cosa muy distinta es tomarse la justicia por su cuenta y QUE algunos empiecen a amenazar y acosar a esas personas. Las jaurías humanas no son el mejor ejemplo para demostrar el civismo ni para defender los derechos humanos.

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