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NO HAY TOQUE DE QUEDA PERO SÍ CORONAVIRUS

La desaparición del toque de queda al no haber estado de alarma sitúa la noche en el punto de mira. Los políticos se habían acostumbrado con esa medida a que no había que hacer nada a partir de las 10 o las 11 de la noche porque las personas estaban en sus casas.

Se transformó la noche de los botellones, las fiestas y las multitudes, en la noche del apagón de todo tipo de actividad pública. La prohibición de estar en la calle entre las 23:00 y las 6:00 horas reducía enormemente los problemas y las probabilidades de contagio. Ahora, con la vuelta a  la movilidad nocturna, las autoridades tienen que reforzar la vigilancia, especialmente los fines de semana y días festivos, para evitar las aglomeraciones y los incumplimientos de la normativa sanitaria. Exige un mayor esfuerzo policial y una mayor responsabilidad personal.  Todavía no podemos permitirnos el lujo de obviar al virus, ni el nivel de vacunación es el suficiente ni Lanzarote está en sus mejores momentos. La noche no tiene por qué contagiar más que el día si somos capaces de mantenernos en alerta y cumplir las normas. Nos va demasiado en ello como para que ahora, cuando ya vemos la luz al final del túnel, nos olvidemos de todo lo que hemos pasado y de lo mucho que necesitamos  mantener la situación controlada para activar también la economía. Que la noche no nos confunda.

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