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¿POR QUÉ NO BUSCAMOS EL DOBLE VALOR DE LAS ESCULTURAS?

Escultura de Botero en Medellín, Colombia. Es preferible ilustrar con un escultor mundialmente reconocido que poner una escultura de la colocadas recientemente en Lanzarote para no herir sensibilidades ni se den, erróneamente, por aludidos. 

 En los últimos años, han proliferado en Lanzarote las esculturas en homenaje a algo o a alguien. Una idea que aplaudimos porque indudablemente le dan una imagen más bonita al pueblo o ciudad en la que se colocan y, además, se pone en valor esa cosa o a ese alguien al que hace referencia.

 Pero no estaría de más explotar un segundo valor de esa política cultural y de reconocimiento social, que nos evitaría también caer en una repetición de estilo o de autores, cuando no en el amigo escultor o en el escultor de nuestra familia, y que añadiría un atractivo especial también para nuestros visitantes. Me refiero a sacar una serie de temáticas o personajes locales a los que se les quiere homenajear con una escultura y convocar un concurso internacional para que esas piezas sean lo más representativas posibles, alcanzaran el mayor atractivo y fueran también referencia cultural mundial. El venir a Lanzarote a ver una escultura de destacados escultores mundiales podría ser otra visión “Premium” que ahora se escapa. Si unimos el valor de la pieza y lo que representa al interés por el autor, indudablemente, el atractivo será mucho mayor. Evidentemente, siempre habrá que dejar espacio para los artistas locales. Pero siempre es bueno que entre col y col se vea alguna lechuguita. Por mucho que te guste la col y por proteger la diversidad artística, siempre es bueno no encerrarnos ni limitarnos a nuestra primera idea. Y otra cosa importante: no basta con ponerlas, hay que tener presupuesto para conservarlas adecuadamente. Y quien no sepa por qué lo decimos que se dé una vuelta por la Avenida de Matagorda, en Puerto del Carmen.

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