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¿SON FUEGOS ARTIFICIALES O RUIDOS MUY REALES?

Nunca hemos entendido muy bien la fascinación que se sigue manteniendo por los fuegos artificiales. En la actualidad, lejos de ser la única manera de proyectar imágenes y figuras de luz como cierre de las fiestas, es, con total seguridad, la forma más ruidosa y cara. No vamos a preguntar cuánto dinero se quema en diez o veinte minutos del “Pim, pam, pum” florido de broche final festivo.  Preferimos hacer hincapié en esas bandadas de pájaros que salen asustadas volando ante el estruendo colosal. O los ladridos de perros nerviosos ante el sonido ensordecedor que les lastima los oídos y les pone el corazón a cien. Es, posiblemente, un atentado contra los animales, cada vez más presentes como mascotas en el ámbito familiar pero también contra los salvajes o asilvestrados que oyen sin saber escuchar.

Nos parece más humano y moderno indagar en nuevas fórmulas de llenas el cielo de imágenes bonitas de luz. Y seguramente que con grandes proyectores silenciosos de laser u otros mecanismos conseguiríamos entusiasmar igual o mejor a los vecinos. Y, además podríamos ponerle de fondo una música que, lejos de asustar a los animales, les transmitiera tranquilidad y sosiego. Se puede hacer pero hay que atreverse y avanzar. Aunque sea para bien de todos, incluidos los animales.

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