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Las fibras vegetales, las manos sabias y nuestros recuerdos

 

Confieso mi absoluta ignorancia sobre la artesanía de fibras vegetales y animales. Mis únicos trabajos manuales que reconozco hacer medianamente bien son realmente inconfesables. Siempre aposté por usar la cabeza, por entretenerme leyendo y escribiendo, separándome así de los virtuosos de mi pueblo natal, donde había verdaderos artistas de casi todo. Eran capaces de arreglar  o hacer cualquier cosa, aunque la mayoría apenas sabían leer y escribir. En cambio, sí sé un poquito del trabajo que conlleva una investigación seria de cualquier tema que tenga que ver con nuestra historia, cultura o tradiciones.

 También tengo un grato recuerdo de todos aquellos utensilios que eran fundamentales en nuestras vidas en los años 60 y 70 del siglo pasado y que hoy echo de menos, sustituidos casi todos por productos elaborados con el altamente contaminante plástico reinante. Por eso, disfruto como el niño que era en esos años cuando llego a la página 90 del libro “Técnicas en la confección de las artesanías de fibras vegetales y animales” y encuentro los nombres de toda aquella artesanía tan útil perfectamente definidos. Es, sobre todo, una inversión incalculable para que definitivamente no se muera y la puedan conocer las nuevas generaciones. Pero, para mí, es un regocijo. Desde la A a la Z, desde Abierto hasta Z. Ahí encuentro palabras tan genuinas y nuestras como amorosar o me topo con el arcón, el balayo, la cesta o el cesto.

Estoy leyendo, entretenidísimo, este libro de mi vecino de Tías Julián Rodríguez, al que conozco desde que yo era un niño y él un adolescente dinamizador de chicos y chicas de su edad de la época, que se ha caracterizado por ser un ferviente defensor de la cultura canaria, la tradicional, involucrado en cientos de trabajos de investigación de todo tipo pero siempre reacio a coger el protagonismo de exponerse con obra propia. Ahora, lo hace desde la madurez que da su edad y su experiencia. Y debuta con un trabajo excepcional, un libro bien editado, con fotos espectaculares que se balancea entre un manual o un ensayo sobre una artesanía de producción efímera pero de gran relevancia en el Lanzarote agrícola, ganadero y pesquero, previo al desarrollo turístico. No es que recomiende su lectura, simplemente lo considero de uso obligado en colegios y bibliotecas porque ayuda a entender un montón de cosas que son necesarias saber.

Leo el libro con la misma curiosidad que observaría la disección de un cadáver: conozco a la persona pero no sé nada de las partes que los componen y cómo están interrelacionadas. Lo mismo me pasa con los cestos, cestas, arcones y demás. Los reconozco y me emocionan verlos, porque me retrotraen a una época infantil donde todo era tan distinto, pero no sé nada de la técnica, de cómo se cogen los juncos, de cómo se trabajan las fibras vegetales hasta llegar a convertirse en la cesta o en el cesto que llenábamos de tomates, de cebollas o de ilusiones. Y eso es lo que nos enseña Julián en su libro. A través de la moviola de cada uno, vamos descomponiendo el cesto hasta llegar a la recogida de los juncos. Y, después, volvemos acelerar para ver todo el proceso hasta que tenemos de nuevo el cesto a nuestro lado.

El prologuista del libro, Maximino Álvarez Pérez, cita que el autor es consciente y resalta que “las fibras vegetales, al tratarse de material perecedero, la durabilidad en el tiempo es muy corta en comparación con la cerámica o el material lítico. Esto ha hecho que la artesanía de fibras vegetales haya pasado a un segundo plano o ni siquiera estar en plano. Y no por no tener ubicación específica, carece de importancia, ya que engloba una variedad de materiales y técnicas con una riqueza cultural tremenda. Y es por su valor patrimonial inmaterial donde se hace necesario e imprescindible documentar como parte del Patrimonio Cultural Intangible de Canarias”. Y no puedo estar más de acuerdo con el autor y con la decisión acertada del prologuista de poner en valor precisamente esa idea. Lo dicho: lectura obligada y reconocimiento merecido.

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