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La final de dos equipos majoreros la gana un lanzaroteño

 

 

El Puntal C Tino Rodríguez dio el triunfo al Antigua al eliminar al Puntal A del Maxorata, Eusebio Ledesma

Cientos de majoreros se fueron a  La Palma a animar a sus equipos en un evento espectacular  

Hacía mucho tiempo que no presenciaba directamente en el terrero una final regional de lucha canaria. Y, en esta ocasión, quise estar. El hecho de que se celebrara en una isla encantadora como La Palma, llena de gente bonita, era un atractivo más. También el hecho de que fueran dos grandes equipos de la vecina isla majorera que tienen en sus filas a los tres luchadores lanzaroteños de mayor nivel luchístico actualmente. Pero, sobre todo, me animaba ir para estar en un terrero lleno de aficionados de nuestro deporte vernáculo y presenciar también el despliegue de la Federación de Lucha Canaria en la que podría considerarse la luchada más importante de la temporada.

Y me alegra haber ido y disfrutado del espectáculo. De estar el pasado sábado entre dos grandes aficiones, la del Maxorata y la del Antigua, que vestidos unos y unas de blanco y otros y otras de verde no dejaron de animar a los suyos con un "sí se puede" que saltaba de una grada a la otra cada vez que caía un luchador, pero que finalmente solo se hizo realidad para el Antigua que encontró en el lanzaroteño no esperado el triunfo deseado.

El puntal C Tino Rodríguez sorprendió al gran puntal A Eusebio Ledesma que no tuvo su noche, ni dio la imagen del luchador que es al abusar de las faltas que acabaron con él en la tercera agarrada, después de conseguir empatar a luchas, con mucho esfuerzo, en la segunda agarrada. El lanzaroteño Tino tuvo el atrevimiento de echarle una pardelera al ídolo tinerfeño y no aflojarle un punto y Ledesma no pudo contrearla. Lo intentó, tuvo tiempo para hacerlo pero no pudo. Se bloqueó y ya fue una máquina de hacer faltas más que luchas y el árbitro, que andaba por allí, le vio y le mandó a parar en la cuarta, aunque en realidad ya era la sexta o séptima que le hizo a Tino, sin que el árbitro, velando por el espectáculo, quisiera ver. Pero todo tiene un límite y un sentido: quien a faltas ataca, a faltas muere.

El marcador quedó 12 a 9 favorable al equipo de Tino, el Antigua, y nos quedamos sin ver lo que esperábamos: el enfrentamiento entre los dos puntales A. Ni se vieron en el terrero y el lanzaroteño Kiren González, de ascendencia gallega, solo nos enseñó su superioridad con luchadores inferiores a él, además de su impresionante físico de gigantón y su envidiable tranquilidad a la hora de afrontar su enorme responsabilidad. Suya fue la responsabilidad de derribar al otro lanzaroteño de la noche, lugarteniente de Eusebio, Efraín Perera, que le aguantó la primera pero, en la segunda, la urgencia de las faltas que llevaba, le obligaron a llevar la iniciativa ante un Kiren que se defiende como lo que es: un coloso fenomenal.

La alegría de los cientos de majoreros del Antigua no conseguía tapar la tristeza de otros tantos majoreros del Maxorata. Fuerteventura lloraba y reía a partes iguales: es lo que tiene cuando llegan dos equipos de la misma isla a una final regional. Pero mañana reirán todos al darse cuenta que son la punta de lanza de este deporte nuestro, con la competición más grande, más competida y más seguida en una isla. ¡Cómo para no estar contentos!

El despliegue televisivo en el pabellón de Tazacorte fue impresionante, donde, además, la Federación de Lucha Canaria estrenó con éxito el VAR para que el árbitro pudiera consultar las luchas que parecían revueltas. El espectáculo y el comportamiento de la afición se merecen un diez. De la luchada en sí esperábamos más, pero es lo que tienen estas cosas.

Pero ya dije que en estos desplazamientos, en los que se puede encontrar a gente de la lucha de todo el archipiélago, no todo está dentro del terrero entre las 21:30 y las 24:00 horas. Hay, además, muchos saludos y conversaciones con gente que no se ven desde hace mucho tiempo y que siempre están dispuestos a darte ideas o rebatirte las tuyas para mejorar este deporte nuestro, donde hay mucho por hacer para que los más de dos millones de canarios vibren con nuestras mañas, pundonor y nobleza.

Entre todos esos encuentros, quiero citar la conversación con uno de mis ídolos de los años 80. Hay pocas cosas tan agradables como oír a Vicente Alonso contando sus historias en los terreros llenos de gente para verle luchar y oírlas sabiendo quién y cómo fue “El Majorero de Oro” en los terreros. Seguro que con luchadores como él y aficiones como las que él deslumbró estaríamos mucho mejor ahora. No se pierde ni la ilusión ni las ganas de que sea así.

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