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Benigno Rodríguez Pérez, el estilo de Ulpiano

Luchadores históricos de Lanzarote (1)

 

Amaneció triste la víspera de la primavera. No se hablaba de otra cosa en Tías. Los campesinos, sombrero en mano, les daban el pésame a los familiares. Los burros, amarrados, descansan en un día de luto. La cosecha de tomates está a medio coger. La noticia ha sentado peor que la llegada de una de esas improvisadas escarchas: murió Ulpiano; Piano, a secas, para muchos. A los setenta y tres años, a menos de un mes de los setenta y cuatro; 1971, día cinco de marzo. Aquella mirada fija y valiente que asomaba por debajo del viejo sombrero, que sólo se quitaba para dormir, ya no estaba. Se fue Benigno Rodríguez Pérez, hijo de la leyenda de la lucha, fruto del encuentro amoroso de Santiago Rodríguez EL Majorero y Dolores, la hermana de uno de sus principales rivales luchísticos, Mamerto Pérez, de los Valles.

El pueblo de Tías vivía, orgulloso, las andanzas deportivas del sobrino de Mamerto. Era el Rey del Espectáculo. La finura, el arte; no cabe duda:  Dolores trasmitió la sabia familiar y Santiago le donó la perseverancia y el pundonor. El recreo de esta sociedad ruralizada se llenaba de burras, pardeleras, garabatos, levantadas, caderas. Pero Tías se moría de alegría con las cogidas de muslo de Ulpiano. Hizo más pueblo que nadie, él lleva hoy, para orgullo de sus convecinos, su nombre al terrero. Desde lo alto, como una vigía que no perdona, reclama el arte de la lucha como contraposición a la monotonía de la separada, a la exhibición de la pasividad. Cuerpo pequeño -poco más de uno setenta-, mente lúcida, entregado al sacrificio, reverente con su tradición familiar. Amante de  la Costa de Tías, llena de paredes; detrás de ellas, escondidos de inoportunas miradas, pegaron él y su hermano Mamerto en agarradas de libro. Ganador de batallas -de luchas, claro- contra Fuerteventura; rival principal contra el Norte. Todo un ejemplo para la chiquillería.

Ulpiano nació en Tías -donde, entonces, iba a nacer tan grande luchador- en 1897, en el mes más importante de la zafra del tomate, el día tres de abril. Era dos años más joven que don Joaquín Rodríguez Pollo de Uga. Y con el artista aprendió el coloso. El viejo Rafael Rodríguez Mota, testigo presencial de la lucha en este siglo veinte y lejano familiar del gran luchador, no desaprovecha la oportunidad para describir sus virtudes: “El mejor que luchó aquí en los años diez y los veinte y pico fue Ulpiano. Era tío del Pollo de Tías, sabes. ¡Bah!, qué puedo yo decirte de Piano, Piano era… un día, pa que veas, él sólo, ¡él sólo, no te creas!, tiró a once majoreros. Cuando eso era el año veinticuatro. Tiró Ulpiano mi primo, él solo, a once majoreros, que fue cuando se jodió el brazo con un tal López, majorero él. Ese día cayó Blas Cañada, Joaquín Rodríguez, que todavía no era Pollo, y la lucha la hizo Ulpiano”.

Mota recuerda entusiasmado, casi gritando, la vivencias del pequeño gran Benigno Rodríguez. No quiere dejar nada atrás: “Antes de ser Pollo, el Pollo de Uga caía con Piano. Después sí lo tumbaba, porque también mi primo padecía del brazo. ¿Te conté lo que le pasó con un tal López? Bueno, pues Ulpiano no era un hombre alto y sí bastante delgado. Pero, chacho, cuando agarraba, agarraba bien… Con él aprendió a defenderse el Pollo de Uga de la cogida de muslo. Primero lo tiraba siempre Ulpiano, que era más joven pero que empezó a luchar desde chico, y después le cogió el comer con un traspiés que tenía y ya no lo volvió a tirar”.

Ese tal López, que recuerda enfadado Mota, privó a Benigno de más tardes de gloria; en la luchada en homenaje a la Vejez del Marino, en julio de 1927, volvió al terrero, después de años, por sufrir lesión, y ya no era lo mismo. Cayó con Juan Camacho de Yaiza y el protagonista de la lucha fue Joaquín Rodríguez que ya si era el Pollo de Uga, que fue recibido entre aplausos en la Plaza de Yaiza. Tenía Ulpiano 30 años.

*Extraído íntegramente del libro “Lanzarote, en el terrero”, de Manuel García Déniz, editado en 1995. Fotografías y texto.

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