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¿Para qué sirve el pasaporte covid en Lanzarote?

El Gobierno de Canarias sacaba pecho hace unos días porque el Tribunal Superior de Justicia de Canarias  le había avalado su decisión de ampliar la obligatoriedad del pasaporte covid durante un mes más para las islas que estén en nivel 3 o 4 de alerta sanitaria. Y ahí acabó todo su interés y preocupación por la aplicación de la medida. O esa es la impresión que me queda. Salvo que Lanzarote no esté en Canarias y por ello en esta isla el pasaporte covid se use lo mismo que el paraguas. Y para qué vamos a usar el paraguas si no llueve. Y para qué vamos a usar el pasaporte covid si nadie nos lo pide y no pasa nada.

En casos así, va uno entendiendo por qué la gente hace caso omiso a las leyes en este país. Y se las salta cada vez que les venga en gana. Estamos convencidos de que las normativas se hacen para guardarlas en una gaveta y tener entretenidos a los políticos, que a su vez se blindan de esta manera para no caer en responsabilidades más gravosas para ellos. Otra cosa son las consecuencias que puedan tener para los demás el que no se cumplan las medidas que se ponen para controlar una pandemia.

Es penosamente frustrante ver cómo los mismos que hacen la ley hacen la trampa. O, en este caso, la vista gorda. Hasta las propias administraciones públicas se saltan a la torera la exigencia de presentar el certificado covid al acceder a sus propias instalaciones. Sin ir más lejos, el pasado viernes en el teatro municipal de Tías. Te cogían la temperatura, te ponían hidrogel en las manos y te acompañaban al asiento, donde se mantenía la reglamentaria separación con los espectadores cercanos. Pero del pasaporte covid no se dijo ni mu.  En los restaurantes que he visitado en estos días que llevamos en nivel 3, no he visto ninguna diferencia con respecto a fechas anteriores. Y, por supuesto, del pasaporte covid no quieren ni oír hablar; tampoco lo piden, claro.

Las medidas se han relajado tanto que cada vez son más las personas que se tiran a la calle sin llevar siquiera la mascarilla. Pero lo más gracioso de todo es que la normativa es la misma, que nadie ha hecho modificaciones para que cada persona interprete a su gusto qué hay que hacer en este momento contra la pandemia. Y lo peor de todo es que no se cambia la normativa pero se consiente con absoluta impunidad su incumplimiento. Este sistema de “yo le obligo pero usted haga lo que quiera sin consecuencias” corrompe cualquier cuerpo normativo y desacredita toda buena voluntad. Nos predispone para creer que estamos desamparados y engañados por unos impresentables que solo aspiran a renovar cargos y evitarse cargas propias.

¿No sería mejor, si no se van a comprometer en su cumplimiento, que en lugar de normas publicaran recomendaciones? ¿No sería mejor resguardar la norma de estos usos sibilinos?  Así, por lo menos, tendríamos claro que todo depende de nuestra exclusiva voluntad y cuando dictaran una norma sabríamos que habría que cumplirla. Por el momento, y en este caso, lo que tenemos claro es que el pasaporte covid, en Lanzarote, es mejor llevarlo en papel que en el móvil. La única utilidad que le vamos a encontrar va a ser si nos da un retortijón y tenemos que evacuar en zona libre de papel higiénico.

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