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La íntima relación entre ficción y realidad es fascinante en la creación artística, que sabe alimentarse de ella. El cine y la literatura son dos buenos ejemplos de ese rico complemento que nos divierte y emociona, un vínculo patente en la exposición Top Secret de CaixaForum de Madrid donde aprendemos y exploramos disfrutando del nexo histórico entre el cine y el espionaje con un montaje expositivo en toda regla lleno de recursos audiovisuales.

Son cerca de trescientas piezas procedentes de los fondos de La Cinémathèque française y de otros museos o colecciones privadas entre los que se cuentan dispositivos electrónicos, documentos de archivo y réplicas de transmisores de comunicaciones cifradas, cámaras ocultas, armas y sistemas de grabación utilizados como atrezo en films de espionaje que fueron empleados por la Gestapo, la policía secreta estatal de la Alemania nazi; la KGB soviética; o la CIA, la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos. Sorprende a pesar del paso de los años.

Y Top Secret, como dije antes, no solo es ficción, sino que tiene mucho de realidad. Allí quizá la mejor muestra de esa inevitable fusión es la presencia icónica de la actriz austríaca, Hedy Lamarr, toda una estrella del séptimo arte de los años 30 y 40, su faceta más conocida, pero una mujer ingeniera y superdotada que inventó el sistema de comunicaciones denominado técnica de transmisión en el espectro ensanchado que dio lugar a nada menos que al desarrollo del WiFi, el GPS y el Bluetooth. Sin ellos no somos capaces de entender la vida de hoy.

La vida de Lamarr, protagonista, entre otras, de la peli ‘Espía favorita’ del año 51 y  ‘Sansón y Dalila’ del 49, es alucinante. A principios de los 30 provocó un gran revuelo mundial por interpretar, con tan solo 18 años, el primer orgasmo con desnudo integral en el cine, en el film ‘Éxtasis’. Su presencia destacada en Top Secret como actriz y sobre todo como científica en la vida real reivindica el papel de la mujer espía lejos del estereotipo ‘trampa de miel’, el clásico cebo femenino al que tradicionalmente se relega a las espías con un papel meramente seductor.

Y tan real es la exposición que en ella la agencia Forensic Architecture (Arquitectura Forense), fundada en 2010 por un grupo de arquitectos, artistas, cineastas, periodistas, científicos y abogados para investigar la violencia estatal y de las grandes empresas, alerta que varios de sus socios, empleados y colaboradores fueron víctimas del programa maligno Pegasus. La agencia emprendió una investigación y creó un programa para presentar sus resultados en forma de plataforma interactiva 3D. La plataforma está acompañada de vídeos de Edward Snowden donde narra la historia de varias víctimas de Pegasus. El análisis muestra hasta qué punto los ciberataques de este famoso programa que salpicó a miembros del Gobierno de España y políticos catalanes independentistas son parte real de la violencia del mundo actual.

La exposición, totalmente recomendable para visitar, aunque tiene un punto lúdico con sorpresa final, demuestra que el espionaje ha sido históricamente un tema de provecho en la ficción, no solo con James Bond, y un arma determinante y letal en la realidad que muy lejos está de ser un simple juego de niños. Estamos muy vigilados y no solo a través de las cookies.

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