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¿Cómo se afronta una lucha corrida?

 

La novedad siempre es fuente de inspiración. Aunque, como en este caso, la novedad no sea más que traer al presente la forma de luchar de antes de mediado el siglo pasado. Los luchadores de Lanzarote están expectantes ante el inicio de la III Copa Cabildo de Lanzarote que se inicia el próximo jueves, 19 de octubre, en  Haría, con la luchada del Unión Norte contra el Unión Sur Yaiza. Además de ser la primera luchada de la primera competición de la temporada 2023/2024, es también la primera vez que la Federación Insular de Lanzarote y los seis clubes de la isla se deciden a innovar en este sentido. A innovar o a apostar por el vintage. Han decidido que esta competición primera, que se celebra a una sola vuelta, se haga también a una sola agarrada entre cada pareja de luchadores, que sea a lucha corrida. Mis felicitaciones al presidente de la Federación Insular de Lanzarote, Sebastián Lemes, y a las directivas de los clubes.  

Debo reconocer que yo estoy enormemente entusiasmado. Llevo años reivindicando que se hagan luchadas con este sistema tradicional. Y, ahora, hacen toda una competición. Sin querer, o queriendo mucho, la mente me vuela a mis largos años de investigación sobre la lucha canaria, cuando era poco más que un adolescente, y leía crónicas de las luchadas históricas, en terreros improvisados, con el jurado sentado en una mesa y conformado por “gente buena”, que tenían la última palabra sobre el desenlace de la contienda. Veo a aquellos hombres espigados, agarrando y cayendo. Agarrando y tumbando. Saltando la sorpresa con frecuencia, ante el griterío festivo de los seguidores de unos y otros. A una lucha, el chico se hace grande y el grande se hace más chico. Se decía con frecuencia que una vez se sorprende a cualquiera. Ahora, solo a los verdaderos confiados o lerdos se les sorprende dos veces seguidas. Por eso plantaban aquellos desafíos a cinco o a siete luchas cuando el caído se creía superior o simplemente lo era, pero aquel día su rival fue más rápido, cuco y eficaz que él.

Quiero que llegue ya el jueves y después el viernes y al día siguiente el sábado para ver a todos los luchadores de la competición pasar por esa tesitura. Y seguir viéndoles las semanas siguientes hasta que acabe en la final  esta III Copa Cabildo de Lanzarote, que será histórica, porque se recrea en la historia y porque hace historia por hacerse por primera vez desde que la federación es Federación en esta isla. Quiero ver cómo afrontan la primera luchada cada uno y como se adaptan al sistema en las siguientes.

Me imagino que los luchadores que están acostumbrados a darles una a rivales superiores estarán especialmente motivados. En esta ocasión, esa una será definitiva. Podrán, desde su condición de no clasificados, dar en tierra con un destacado A, B o C, o cualquiera de estos con uno superior, incluido el puntal C, máxima clasificación permitida en una luchada de segunda categoría. En cambio, los destacados y puntales C saldrán más trincados que nunca, en un despiste pueden dejar a su equipo sin su sostén, sin su puntal. Esa incertidumbre que tanto me excita a mí, seguro que agobia a aquellos luchadores acostumbrados a hacer barridas y quedar en pie, a pesar de caer con dos o tres a lo largo de la noche pero en una sola agarrada. Eso ahora no les vale. Tienen que ser enormemente seguros, imprevisibles, y deben derribar al contrario, encima, porque, a la segunda vez que se separe, quedará eliminado.   

En lucha corrida, es importante conocer bien al rival. La única oportunidad de un contrista, que tendrá tres minutos en la agarrada para provocar que su contrario le vaya por la  técnica que él le puede contrear, es que el rival le vaya por la técnica que espera. En el caso de un estilista, el éxito de sorprender está en no hacerse previsible ante el luchador que es superior. Es importante el amago convencido con la lucha que cree el grande que le va a ir, para atacar con todo de la forma contraria. El luchador superior seguirá teniendo a su favor la mayoría de las opciones, pero solo vencerá si vive la agarrada siendo consciente que no  hay un mañana. La agarrada es esa, no hay otra. Y lo volverá a ser la siguiente con el próximo rival, y la siguiente con el siguiente. Le exige toda su atención. Simplemente porque no habrá opción de enmienda. Ni de desafío. Ni tan siquiera habrá segunda vuelta. Si le tira un luchador inferior, esa rasquera ya no tiene opción de tratarse hasta que comience la otra competición, la liga. Y eso ya será tarde.

En esta competición, no veremos a doce luchadores contra doce luchadores. Tendremos en la arena a 16 contra 16. Solo habrá habilitados dos carriles, dos sillas (no tres), por las que saltarán todos los luchadores de cada equipo. Agarrarán una vez y si no se tiran en los tres minutos (el doble que los actuales minuto y medio) que dura el envite, seguirán vivos ambos pero seguirán por distinta silla. Si se vuelven a separar con algún otro, quedarán eliminados. Y si llegan al final de la luchada, y solo quedan ellos dos, volverán a agarrar para decidir la luchada. Hay cambios, pero es la misma lucha canaria, con más historia, que iguala al chico y al grande un poquito más. ¡Que empiece ya y que haya sorpresas! Y, sobre todo, que haya espectáculo. Al terrero se sale a luchar, para disfrute de todos los canarios y canarias, ya sean luchadores o aficionadas. Ya sean luchadoras o aficionados.

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