Oswaldo “Saborea”
- MANUEL GARCÍA DÉNIZ
Cuando les cuento a los lanzaroteños más jóvenes que Dimas Martín hacía las mejores garbanzadas, con miles de personas haciendo cola para recibir su platito de este manjar popular, y después no pagaba la leche a los ganaderos, a pesar de sus numerosas tretas, no se lo creen. Me dicen que es imposible que quien daba de comer un día a los lanzaroteños en un ambiente de fiesta, dejara sin comer a los sacrificados ganaderos en un ambiente familiar de pena y miseria. Ellos, claro, no vieron a los ganaderos tirar miles de litros de leche en las mismas puertas del Complejo Agroindustrial. Mientras, Dimas y los suyos estaban más preocupados por su próxima feria agrícola y en comprar las mejores garbanzas y arroces, para alimentar un día a sus votantes, que en atender las necesidades reales de los agricultores y ganaderos.
Quizás esos lanzaroteños más jóvenes no sean capaces de ver los peligros de gastarse el dinero público en fiestas de uno o dos días, a cambio de no afrontar con ello las necesidades básicas de la isla. Y lo entiendo, a todos nos gusta más una fiesta que trabajar. Lo inmediato a lo mediato. El bienestar hoy que el resto de nuestros días. El presente, ya se sabe, es un regalo que los dioses le dieron al ser humano y que los políticos envenenan, con gusto, para que no haya un mañana distinto al que ellos quieren.
Cuando veo la fiesta y el despilfarro que se monta con el Saborea Lanzarote, más de un millón de euros de dinero público fundido en dos días, con gastos de más de 110.000 euros en madera para instalaciones efímeras en Teguise, mientras después no hay un recinto ferial insular en condiciones para celebrar las fiestas locales, recuerdo aquellos años de despilfarro y sus posteriores crisis públicas. El Saborea Lanzarote son las garbanzadas de Dimas adaptadas a los nuevos tiempos y en nombre de los mismos, con el mismo engaño. En aquellos tiempos, el campo pedía a Dimas que le pagara las cosechas y la leche para mantener a sus familias y él les daba garbanzadas y paellas en multitudinarias fiestas durante un día. Ahora, el campo les pide a los políticos agua y más agua, y Oswaldo presume de hacer el mejor “Saborea” del mundo mundial.
Al día siguiente del fiestón, los campesinos y ganaderos vivían la resaca con las mismas deudas familiares y con el dolor de cabeza mayor. Igualmente, hoy, lunes, la gente del campo oirá en todos los medios las alabanzas del Saborea, y sus beneficios para el sector primario, en boca de un presidente excitado por el éxito, o por las de sus bien pagados adláteres, pero ellos vuelven a ver que a la finca no llega ni una gota de agua. Y si no hay agua, no hay producción. Y si no hay producción, no hay dinero con el que mantener las fincas ni la familia. Pero, tranquilo, que si habrá un Saborea más grande todavía con lentejas “tipo” Lanzarote, tomates “parecidos” a los de la costa de Tías, y papas “como” las de los Valles y cebollas “igualitas” que las nuestras de toda la vida. Todo muy parecido a la realidad, pero solo para el Saborea. Que es el cuento con el que Oswaldo y sus compinches quieren ponerse ricos de dinero y de poder a costa de sacrificar el futuro de los lanzaroteños.
Oswaldo sabe perfectamente que el “pan y circo” da resultados. Hunde a Lanzarote, pero da resultados para lo que él quiere. Lo único que sabe que quiere de verdad: mantenerse en el poder, estar en el Cabildo a la vez que en el Parlamento, y fardar igual en Lanzarote que en La Gomera. El propio Casimiro ya lo ve como posible presidente de Canarias en el futuro, aunque él prefiere reunirse con Óscar Noda, al que ve como más serio.
El Saborea de Teguise es el primer experimento a lo grande de lo que quiere hacer Oswaldo con Lanzarote. Y le ha salido bien. Ha encontrado a la persona perfecta para hacer de los saboreas lo que exactamente quiere hacer él con ellos. Se trata del hijo de Juan Betancort, homónimo de su padre, que fue un destacado miembro del PIL, uno de los grandes defensores de Dimas en su momento más álgido de las garbanzadas, que tiene mando en plaza en estas cosas. Ha podido destinar más de un millón de euros para su celebración y poner a casi todos los medios de la comunicación, previa minuta concertada, a hablar bien del acto. La tesis es la siguiente: no podemos conseguir que todos hablen bien de nosotros, pero sí pagarles para que lo hagan. Y ha funcionado. Además, contratamos a las empresas de sonido y esas cosas que siempre hacen estas cosas. Conclusión: no importa cómo lo hagamos, nosotros mismos diremos que ha sido un éxito rotundo y así llegará a todos los rincones de Lanzarote.
Lo de Oswaldo y la gestión pública se ve mucho mejor con un símil futbolero. Imagine que el Real Madrid ficha a un entrenador para ganar la Copa de Europa. Lo ficha y lo presenta en rueda de prensa. Y el entrenador en lugar de hablar de jugadores, tácticas y estrategias se pone hablar, más apasionado que nadie, de cómo tiene que celebrarse la fiestas de campeones en “La Cibeles”. Más luces, más gente, más venta de camisetas y gorras. Todo un fiestón. Cuando un periodista le pregunta por el equipo, él, sorprendido, le contesta: “¿Pero de qué equipo me habla?, a mí me contrataron para que los madridistas pudieran celebrar como nunca la Copa de Europa”. Y ese es Oswaldo en el Cabildo. Se cree que lo hemos contratado para llevarnos de fiesta en fiesta. Y celebra la presencia de la gente en el Saborea y los tickets vendidos como si con eso se solucionaran los problemas reales que tenemos con el suministro del agua y todo su ciclo, las energías alternativas, el transporte público, la descarbonización…
Oswaldo considera esta edición de Saborea Lanzarote como “un éxito colectivo” de toda Lanzarote y así lo dice en sus perfiles de las redes sociales, a las que quiere tanto y les dedica tanto tiempo como a sus queridas palomas mensajeras. Si no fuera porque es el presidente, calificarle de “simplón redomado” sería lo más justo.