Un día para olvidar, un político para recordar
- MANUEL GARCÍA DÉNIZ
Oswaldo ha vivido obnubilado con la trayectoria del que ha sido el político más popular/impopular de la historia democrática de Lanzarote. Le gusta recrearse recordando que Dimas Martín Martín fue alcalde de Teguise como él, que llegó a la Presidencia del Cabildo haciendo su campaña electoral desde el Ayuntamiento de Teguise como él y que compatibilizó su cargo de presidente de la primera institución de la isla con el de diputado en el Parlamento de Canarias como hace él ahora también. Tanto se mira Oswaldo en la trayectoria del dos veces Martín, buscando raíces para instalarse en el liderazgo insularista que después le adjudica como crítica al alcalde “Upyniano” de Yaiza, que el PSOE ya debe estar buscando la manera de meterle en el juzgado y ponerle a sus pies y al servicio de sus intereses políticos como hizo con el idolatrado teguiseño.
Y me temo que de seguir en la línea que va, en el Consorcio sin ir más lejos, no tardarán los socialistas mucho tiempo en enseñarle tarjeta amarilla con membrete judicial al falso émulo del mayor concentrador de cargos de la isla. Está claro que la experiencia que le puede aportar su jefa de gabinete, su querida amiga Gladys Acuña, tiene mucho más que ver con cómo pasar el trance de la condena que de cómo zafarse de esas maniobras judiciales que tan bien gestionan los socialistas. Y no vale decir que Oswaldo estudió Derecho y Dimas no, sobre todo si ven para qué le sirvió a Gladys ser abogada y tener de defensora a la amiga suya que ahora tiene evacuando informes jurídicos para el Consorcio a un buen precio.
El andar de Oswaldo en estos primeros meses de presidente no deja duda de su todavía manifiesta incapacidad para afrontar los problemas reales de la isla. Y lo que es peor todavía: su absoluto convencimiento de que la isla se puede permitir el lujo de estar cuatro años más de fuegos artificiales, fotos y promociones personales pagadas con dinero público en las redes sociales mientras él mira para otro lado. Sigue convencido de que crecerá políticamente, y que ganará por mayoría absoluta las próximas elecciones al Cabildo, basando su estrategia en un repugnante despilfarro a medias entre populismo y chovinismo, entre saboreas y el todo a 10.000 que ya intentó el PSOE con sonado fracaso. Para eso cree contar con el apoyo inestimable de la impostura y vulgaridad de quien se cree “la mano que mueve la cuna” de su niño querido Oswaldito.
La idea de irse ayer al Parlamento a criticar a los socialistas, por querer que los combustibles cuesten aquí lo mismo que en las islas occidentales, mientras tuvo que dejar sobre la mesa la subida de tarifas de los CACT y aprobar los presupuestos del Consorcio del Agua con la ausencia intencionada de tres de los siete alcaldes de la isla, da una idea de las prioridades del presidente y de los riesgos que está corriendo por no centrarse en la gestión. Por priorizar el ser al estar. El cargo por encima de sus obligaciones. El yo soy, sacrificando el yo hago. Es toda una señal de cómo van a ir las cosas.
Y todo se debe a la incapacidad de Oswaldo para centrarse, buscar la gente adecuada y tener la valentía para afrontar el reto. Su equipo de consejeros no es malo; pudo haber sido mucho peor si se hubiese llevado por los nombres propuestos al tuntún por quien cree su mano derecha, aunque ya hay quien la califica de su manirrota. También pudo haber sido mejor si otras personas, tocadas en precampaña como la propia Inés Rojas, hubiesen aceptado. Pero, con todo, no es un mal equipo. Consejeros como Marci Acuña, Jesús Alexander Machín, Miguel Ángel Jiménez y los populares Jacobo Medina y kiko Aparicio, entre otros, están muy bien posicionados en sus áreas y muestran ilusión por sacar temas. Pero no se puede, por ejemplo, llevar meses hablando de subir las tarifas de las entradas a los CACT y, después, dejarlas sobre la mesa en el Consejo de Administración convocado para aprobarlas. La imagen de chapuza e improvisación es absoluta, al tiempo que deja al consejero delegado Ángel Vázquez con el “trasero al aire”, cosa que, dicho con todos los reparos y respeto, tampoco es nada bonito de ver. Si el mismo día se conoce el desbarajuste del Consorcio, pues ya ni les cuento.
Hasta que no se dé cuenta que el Cabildo en estos momentos exige absoluta dedicación y que no será suficiente para su reelección con fotitos como los pajaritos de la canción (“pajaritos por aquí y pajaritos por allí, pupupu”), no encontrará el camino.
Los problemas a resolver son el ciclo integral del agua, la ordenación y programación de la isla para afrontar los nuevos retos, el transporte público y el desarrollo de las energías alternativas, fundamentalmente. Exactamente los mismos que se comprometió a resolver durante la campaña electoral entre sesiones de fotos y vídeos. Lo nuevo sería cruzar el puente de la punta del decir y llegar a la del hacer. En eso, Dimas le llevaba cierta ventaja. Claro que el ya septuagenario avanzado en ocho años hizo “cuarenta mil cosas más” que Oswaldo en doce en Teguise y dejó gobernando con mayoría absoluta a su delfín Juan Pedro Hernández mientras el actual presidente casi deja a su delfina Olivia Duque sin gobierno, hasta el punto de que hubo que arrastrar a un pacto a la derecha y a la extrema derecha para alcanzar, por los pelos, la mayoría necesaria para gobernar sin los sobresaltos que produce tener al tiburón socialista Marcos Bergaz rondando por las proximidades con más concejales que la propia Coalición Canaria.
Tendrá que aprender de lo bueno que tenía el viejo político insular: hacía obras, prestaba servicios y alcanzaba acuerdos. Y deberá tener muchísimo cuidado con las ilegalidades porque dos inhabilitados en la misma travesía hunde hasta al mejor de los portaviones. Dicho queda.