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21 de abril, ¿y ahora qué?

 

Reconozco de antemano que, cada día que pasa, odio cada vez más a los embaucadores, a esos narcisistas matutinos o vespertinos que tienen como único propósito engañar a la gente de este pueblo en beneficio de los ricos del lugar, con intermediación de sus medianeros, los políticos de turno. ¿Está bien usar la palabra odio? ¡Está bien usar la palabra odio! Y está bien porque no se puede sentir otra cosa contra estos “vendepatrias” (vendedores de patrias ajenas, porque ni tan siquiera son de aquí muchos de ellos, pero llegan y ya se creen que son más de aquí que los propios volcanes y se inventan el pasado, presente y futuro de la isla a su regusto de corrosivo invasor). Antes me producían tristeza estos personajillos más propios de los tiempos del No-do, alejados de sus lugares de origen por ser incapaces de encontrar trabajo y prosperidad allí donde los parieron sus padres (si no es que nacieron por generación espontánea al encontrarse dos células del mal). Pero ahora, estos vividores de la mentira, que llegan a fingir estar enfrentados al político de turno, para ganar credibilidad ante sus engañados seguidores, cuando les alaban a cambio de unos buenos euros (a veces en negro y a veces sacados del erario público sin pereza ni justificación), me producen asco. ¡Se puede escribir asco? Se debe escribir asco, cuando lo que uno siente no es otra cosa.

Dicho lo anterior, quiero responder a la pregunta que lanzaban en los prolegómenos de la manifestación con el único propósito de desanimar a la gente de esta tierra de buena fe, que quiere posicionarse ante el poder para pedir que se pare ya. “El 20 de abril todo el mundo a la manifestación, ¿y el 21 qué, se solucionarán todos los problemas solos?”, ironizaban intentando ridiculizar a aquellos que creemos que el poder radica en el pueblo, que los políticos y sus dueños y sus perritos falderos no pueden hacer con nuestra isla, sus recursos y nuestro futuro lo que les da la gana. Intentaron por activa y por pasiva desfondar la esperanza de la buena gente que se siente cansada de trabajar por un sueldo mísero, de sufrir las deseconomías externas de un negocio turístico concebido para el enriquecimiento de unos pocos y la esclavitud al trabajo mal remunerado para la mayoría, que aborrecen a políticos que votan para que cumplan sus promesas electorales y les acaban haciendo la rosca a los explotadores del lugar para enriquecerse ellos también a cambio de la calidad de vida de todos. Están cansados de que no salga un líder, una persona honesta entre las muchas que paren las madres de aquí, que aproveche su tirón político para hacernos más felices a todos.

Hasta ayer, se escudaban en que la gente de Lanzarote lo que quería era pan y circo. Que la gente de Lanzarote daba todo por resuelto si el Cabildo les invitaba a unas tapas y a una copa de vino en cualquiera de los muchos Saboreas Lanzarote que organizan durante todo el año, donde nunca falta el riego desenfadado de JB, u otros fiestones del despilfarro. Se decían entre ellos que a esta gente de aquí le das cuatro subvenciones y ya tienen el voto bien comprado. Una para los billetes del chico que está estudiando, otra para hacerse el disfraz en carnaval, una tercera para el equipito de deportes y una cuarta para el queso y el gofio y ya está. Y todos felices. Pero no, ayer la gente salió a la calle para quejarse, no buscaba tapas, ni vino, sino que dejaran de engañarla. No quería que le metieran en el bolsillo una subvención para golosinas, no, quería que le respetasen, que respeten su isla. Salió a quejarse del estado de la isla y a reclamar soluciones. Y lo hizo gratis, bajo un sol de justicia y durante un largo recorrido, coreando consignas de indignación y de esperanza. Fue una manifestación multitudinaria. Sin colores políticos. Una manifestación que demuestra que una mayoría de lanzaroteños está leyendo mucho mejor que sus representantes políticos qué está pasando en Lanzarote. Y que, además, les está exigiendo que cambien el rumbo. Que se pongan a trabajar en el sentido correcto. Que se olviden de comprarles y que recuerden que ahora saben perfectamente qué están haciendo y cuánto le está costando a esta isla.

Habrá quienes quieran creer que el 21 es exactamente igual que el día 19. Les va en ello el sueldo.  Que aúllen lo que quieran, aunque ya saben que el rebaño ya ha descubierto donde está el lobo con piel de cordero.

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