Noche borgiana
- Alex Salebe Rodríguez
En las letras universales de su ‘Alguien sueña’, el poeta y escritor argentino Jorge Luis Borges descubre entre sus fantasías el “ha soñado el arte de la palabra, aún más inexplicable que el de la música, porque incluye la música”, que me viene de maravilla para releer la noche borgiana en Lanzarote que nos regaló Coti.
Aunque el arte de componer tiene la capacidad, y más, de expresar por sí solo sentimientos y emociones cualquiera que sea el contexto, un concierto íntimo y acústico, como el ofrecido el pasado viernes por el cantautor argentino en el auditorio de Jameos del Agua, permite disfrutar de la música con el valor añadido de conocer los motivos de inspiración más profundos y personales de un artista cuyas canciones suenan en voz propia y en boca de otros, así fue el recital de Coti.
En verano pasado lo vi acompañado de su banda en el multitudinario festival pop - rock de dos días que acoge en agosto el municipio grancanario de Arucas, el Fiestoron, donde terminó siendo el gran protagonista del cartel con una actuación espectacular. Ahora, en este concierto benéfico organizado por Cadena Dial, subió solo al escenario acompañado de su guitarra, un piano de cola servido para la ocasión, armónica y el fuelle melancólico de un antiguo bandoneón de principios del siglo pasado, eso sí, arropado por quinientas cincuenta almas en un lugar idílico de origen volcánico de acústica extraordinaria.
Esta mixtura de buenas vibras y humor, canto, poesía, nostalgia, aplausos, risas y carcajadas, y reflexiones en voz alta, emocionó hasta las lagrimas al artista que confesó nunca había actuado en un espacio natural tan imponente y de semejantes características, y eso que ha recorrido mundo lanzado por su talento.
Desprendido de guiones y clichés, estaban dadas las condiciones para que Coti compartiera a pecho descubierto el origen de algunos de sus temas hondamente ligados a pasajes de su vida en Argentina y España, llenos de momentos de felicidad, pero también de incertidumbre y dureza.
Engancha el conocer cómo Coti se emplazó en Madrid con la cantante mexicana Julieta Vanegas “para componer una canción” en un encuentro que en principio resultaba improductivo, pero de donde finalmente salió el éxito ‘Andar Conmigo’, que sonó hace unos veinte años en el top de las listas radiofónicas y que actualmente también desata pasiones en el deporte como himno del equipo de fútbol mexicano Cruz Azul.
También nos ayuda a entender el fondo de sus letras, el traslado del autor de su Rosario natal a la cosmopolita Buenos Aires hace tres décadas para buscarse la vida componiendo canciones por encargo o haciendo arreglos musicales hasta la hora de su despegue como artista reconocido, en una época, recuerda, en la que tuvo que archivar hasta el jipismo en un cajón para salir a la calle y producir con la premura de mantener a sus primeros mellizos, sí, primeros, porque luego la familia tuvo dos hijos más de una tacada.
Equipaje de alegrías, amor y tristezas alimentan la inspiración con poesía hecha música de un artista que no tiene reparos en decir que vivió cuatro años como inmigrante ilegal en España o que estuvo en terapia psicológica y que en esas sesiones cantaba con y sin guitarra como lo hizo en Jameos del Agua, donde incluso así como dejó de lado la tecnología para cantar un tema sin micrófono aprovechando la acústica del auditorio, también la usó para grabar unos coros que pidió y ensayó con el público pensando en “un experimento”, para luego volverlos a pedir mientras cantaba tocando el piano.
Un día después del concierto, visualicé en YouTube un diálogo delicioso de más de una hora de duración celebrado el miércoles de esta misma semana en el Teatro Nacional de Ciudad de Panamá entre el músico y literato panameño y del mundo Rubén Blades y el escritor cubano Leonardo Padura, novelista, crítico literario y columnista del diario El País, charla ésta denominada ‘Artífices: palabras y música en la salsa creativa de Blades y Padura’, dentro del programa del festival de literatura Centroamérica Cuenta.
En ese compartir de la pasión por el arte, los interlocutores exploraron cómo la música y la literatura alimentan y se entrelazan en sus obras, lo caprichoso que son los procesos creativos, la observación y curiosidad por lo que pasa en la calle, incorporando experiencias propias, como fuente inagotable de letras sobre hechos que, aunque suceden en un lugar determinado, son globales, sobre todo para un autor como Blades que introdujo la literatura en la salsa contando historias de carácter social, y el estudio y la formación musical como herramienta imprescindible para crear, avanzar y respetar el arte. Coincidencia con el universo Coti.
Dice también Borges en ese ‘Alguien sueña’ que “ha soñado el espacio. Ha sonado la música, que puede prescindir del espacio”, aunque en este concierto Coti no podía prescindir de él. ‘Nada fue un error’, nueva ovación, un brindis y pa’ casa. Sí que valió la pena romper el silencio de Jameos del Agua con música de verdad.