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Escuchar antes que hablar

Sin saberlo, el mismo día del sepelio de Pepe Calvo, uno de los más grandes bailadores barranquilleros de ritmos antillanos, mi buen amigo Pedro Polo Barrios, a punto de cumplir 85 años, le pidió a su nieto que nos llevaba al almuerzo que teníamos programado que hiciera sonar en el equipo de música del coche la lista de reproducción de la orquesta Failde de Cuba, cuyos componentes son de las nuevas generaciones de músicos de la isla.

Llegando al parking del restaurante saltó el danzón ‘Almendra’, entonces expresé efusivamente a Pedro que justo era la pieza musical que había bailado Pepe Calvo en el Barrio Abajo para el documental televisivo ‘La Bacanería, un estilo de vida’, que investigamos, producimos y grabamos en el año 98, el director de cine Hugo González (q.e.p.d), el médico psiquiatra Haroldo Martínez  y yo, junto al equipo de Grupo Taller Cine.

Con Pedro recordamos la elegancia del bailar de Pepe Calvo, que murió esta semana a los 85 años de edad,  e inspirados en esta reminiscencia, antes de bajarnos del vehículo,  decidimos disfrutar de unos minutos más de la música hablando de lo bien que sonaba la orquesta Failde, él dando cuenta de un dato que desconocía de la agrupación: fue fundada en Matanzas en el año 2012 por un tataranieto de Miguel Failde, creador de ‘Las alturas de Simpson’, reconocido como el primer danzón de la historia musical, fechado en 1879.

Apenas fue una de las “perlas” que me soltó en la larga conversa que empezó hora y media antes en su apartamento, casi todo el tiempo yo en mi papel de escucha. Es admirable la capacidad que mantiene para opinar sobre el actual escenario político de Colombia y Latinoamérica, las relaciones con Europa,  guerras y conflictos globales o explicar de forma didáctica temas de candente actualidad como la reforma pensional colombiana, que me desgranó con lujo de detalles ahondando en sus pilares solidarios.

Pedro es abogado laboralista con conocimiento de derecho internacional y ex profesor universitario, ahora ya retirado de la profesión. Defendiendo a los trabajadores, ganó muchos pleitos a empresas nacionales y multinacionales cuando se levantó  la ola de privatizaciones en Latinoamérica que provocó que pulpos de enormes tentáculos empezaran a adueñarse de recursos y servicios públicos, entre ellas, conocidas firmas españolas que se toparon de frente con una figura intelectual que supo pararle las patas.

En el plano más cercano y personal, identifico en él los valores de la amistad, lealtad, humildad  y solidaridad, en el amplio sentido de la palabra. La República de Cuba le ha otorgado por dos veces la Medalla de la Amistad, distinción de alto rango del Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos en reconocimiento a sus acciones solidarias y esfuerzos para estrechar lazos de amistad, colaboración e intercambio cultural entre naciones. Y fue a partir de la cultura y la producción de documentales que Hugo González y yo labramos nuestra amistad con él.

Nos invitó junto a su “hermano” argentino Agustín Contreras, otro gran amigo que se fue tempranamente en 2010, a formar parte de la Casa Caribe de Solidaridad. Nos comprometimos con la causa colaborando especialmente en la organización de espacios de debates y eventos culturales en Barranquilla.

En los años noventa, Pedro, Agustín, Hugo y yo nos reuníamos en casa de Agustín a ver discursos de líderes del mundo para luego debatir sobre su forma y contenido alrededor de unos ‘drinks’, una de las muchas experiencias de aprendizaje al lado de personas estudiosas verdaderamente interesadas en la realidad  y comprometidas con el bienestar de la población.

Esta maratón frenética de encuentros con familiares y amigos en mis vacaciones sirve para desconectar del trabajo, avivar alegres recuerdos, aprender, vacilar, confrontar ideas, comparar realidades, pero particularmente la veo como un buen ejercicio de saber escuchar cualquiera que sea la temática, un gesto de atención y cortesía que parece estar en horas bajas.

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