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El Arrecife más popular

Un año después de aquel 28 de mayo (V)

Fue el último en tomar posesión de los alcaldes lanzaroteños actuales. Se hizo esperar su elección porque primero tuvo Astrid Pérez que tomar posesión como presidenta del Parlamento de Canarias. Ella tomó posesión por segunda vez como alcaldesa de Arrecife el mismo día que lo hicieron el resto de los alcaldes y Yonathan de León, que iba de tercero en la lista del Partido Popular al Ayuntamiento, ya sabía que le tocaría esperar. Pero mucho menos que cualquier otro tercero de cualquier otra lista. Y así fue. Y ha sido todo una sorpresa.

De tercero desconocido en la lista de la alcaldesa ha pasado a ser, en menos de un año, uno de los alcaldes más populares. No solo porque es del PP, no solo porque lo conocen más, sino también porque se le valora muy positivamente por muchos vecinos de Arrecife. Seguramente le ayude su procedencia popular, criado en un barrio de la capital y responsable de una carnicería, pero esa valoración también tiene mucho que ver con su actitud y con sus incuestionables ganas de hacer cosas.

El punto de inflexión

El desgobierno y los encontronazos políticos tan típicos en Lanzarote, tanto entre partidos como dentro de las propias organizaciones políticas, llevaron a Arrecife a tocar fondo en el mandato 2015-2019. La ciudad daba la impresión de que no podía ir a peor y que tampoco había nadie que la quisiera liderar a mejor. Y se produjo el hecho insólito. El PSOE, que había capitaneado el fracaso de la ciudad, alternando alcalde y alcaldesa a partes iguales, apostara por convertir en el 2019 en alcaldesa a la líder del PP, Astrid Pérez, a cambio de que su partido le diera estabilidad en el Cabildo a la socialista María Dolores Corujo. Y, como buenas amigas, y muy interesadas ellas, alcanzaron rápidas el acuerdo que las llevó a ambas al puesto en el que querían estar.

La cosa no duró todo el mandato pero ya dio una posición de privilegio a Astrid para negociar con CC desde el sillón y mantenerlo todo el mandato. Y en esas estábamos, cuando sonó la flauta, y se oyeron las estridencias que se producían entre la propia Astrid y su compañero de viaje forzado Echedey Eugenio, que no se podían ver ni aguantar cerca. Así que se preparó su salida y ella preparó la entrada de su leal asesor, en ese momento número tres en la lista, Yonathan de León, para que siguiera su obra y proyecto en la capital. Muchos dudamos del éxito de la jugada. Casi tantos, o muchos menos, de los que hoy pensamos que ha sido el mayor acierto político de Astrid en la elección de candidatos en sus más de 15 años como lideresa del PP en Lanzarote.  

 Se quiera ver o no, lo cierto es que no se puede negar que el 2019 fue el punto de inflexión de Arrecife. El momento en el que después de cuatro años de gobiernos municipales presididos por socialistas, en situaciones de extrema inestabilidad, el Ayuntamiento y la capital han empezado una tímida pero comprobable mejoría. Los pactos han ayudado a darle continuidad en la alcaldía a un PP que, hasta ahora, no había subido de forma importante en las elecciones. Pero que empieza a ver reconocida su labor con la finalización de muchas obras comenzadas en la época de Astrid que han sido aceleradas por el actual alcalde y su equipo de gobierno PP-CC.

A pesar de las desavenencias y las desconfianzas entre los partidos que conforman el gobierno, más pendientes de quién se lleva el gato al agua en las elecciones de 2027 que en aplicarse a gobernar y dejar para mañana los sueños de mañana, Arrecife ha cogido otro ritmo. Eso es innegable. Y lo es también que ha sido para mejor. Claro que hay que hacer correcciones y que tienen que tener cuidado con la euforia que produce una reacción positiva en el electorado. Pero Arrecife apunta maneras, tiene un equipo de gobierno potente y parece que están ilusionados casi todos en sus áreas de gobierno. Sigue habiendo en sus filas claros componentes de demagogia, vaguería y posiblemente brotes de corruptelas tan típicas en la política de esta isla. Eso no se quita de la noche a la mañana. Pero el hecho de que se vaya entendiendo que la gestión es imprescindible en la actividad política es poner la proa hacia el lado correcto.

Solo va un año. Por supuesto que no es suficiente. Hay que mantener el ritmo y profundizar en las actuaciones. No basta con fiestas, pequeñas obras de lavado de cara y la recuperación de servicios que estaban abandonados o mal tratados. Hace falta empezar a definir un proyecto de ciudad, hablar de urbanismo y de dotaciones de mayor peso. Pero sin lo que se ha hecho, era imposible devolver un poco de confianza y optimismo a los ciudadanos de Arrecife. Están en el camino correcto. Pero deben abortar a tiempo las pretensiones de unos y otros de tirarse a la cuneta en busca de una rebeldía que no tiene posibilidades de éxito. CC y el PP se necesitan hasta para ir al servicio, salvo que quieran ir descompuestos por separado. Este camino están obligados a hacerlo juntos, aunque les duela. Y esperemos que esas necesidades no sean para siempre, porque sus vasos comunicantes electorales pueden hacer que lo que recupera uno lo pierda el otro, con la suerte de que si son capaces de llegar a acuerdos mantendrán el poder.

Tienen la suerte, además, de que el PSOE (9) y Vox (2), el partido más votado y el que menos, respectivamente, en la oposición son irreconciliables entre ellos y rivales a partes iguales, aunque de líneas muy diferentes. El PP le tiene más miedo a lo que le pueda comer VOX por la derecha que al riesgo de perder frente al PSOE. Hasta ahora, ni uno ni otro ha sabido armar una oposición creíble que frene, de forma real, la popularidad creciente del alcalde y la buena valoración de la gestión del grupo de gobierno. Lo han intentado calificando de despilfarro muchas de las cosas que se hacen, pero el grupo de gobierno de Arrecife tiene, en ese sentido, la protección que le da el despilfarro que hace el Cabildo cada vez que tiene oportunidad de armar una fiesta a toque de saborea y concierto, de las que el PSOE no se hace eco, como si temiera que le recordaran el “barra libre” del pasado mandato en el Cabildo.

Quedan tres años. Y pasarán muchas cosas. Buenas y no tan buenas. Y el grupo de gobierno tiene debilidades muy públicas y cada partido tiene sus propias amistades y grupos de presión que ven riesgos en cada movimiento que pueda poner en peligro sus tratos de favor. No será fácil, el PSOE está al acecho. Y desde que tenga oportunidad, intentará hacer oposición de la buena. Pero, por el momento, este equipo, en este año, se merece un “progresa adecuadamente” de nota. Es la nota del primer año, a nadie se le puede poner la nota final sin acabarse el curso. Es un simple indicador. Una señal de por dónde hay que ir. Si se cambia el rumbo o se quiebra el proyecto, los examinadores lo notarán. En este caso, los electores.

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