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La ficción es pura calle

No había visto a un colega de Lanzarote desde mi regreso de vacaciones a principios del pasado mes de julio. Siempre inquieto por escribir historias y redactar perfiles de personajes populares, me preguntó cómo había estado mi recorrido fugaz por pequeños pueblos del Caribe colombiano.

Sin explayarme mucho porque estábamos en una celebración con un grupo reducido de amigos que no valía la pena estropear con chácharas ajenas al momento, le resumí que en cada esquina casi que podía encontrar una historia que narrar alimentada por personajes anónimos con una capacidad asombrosa para repentizar.

Entre parte de realidad, porque sí que la hay, unido al vacile o la mamadera de gallo, como conocemos en el Caribe la forma socarrona de reírnos de la vida, de lo bueno y de lo malo, más lo que suelta la gente de a pie, que son verdaderos creadores de contenidos, y con todo respeto que no se piensen los influencers que son los únicos que los crean o tienen ocurrencias, pues hay chicha para crónicas por un tubo.

Sentados en una cafetería frente a la plaza de San Antonio de Palmito, pueblo situado en el Departamento de Sucre, y en medio de un calor húmedo, de esos buenos del Caribe que te ponen a sudar, se acercó un compositor de la comarca a saludar a un primo de mi mujer que estaba departiendo con nosotros alrededor de unas frías (cervezas).

Empezó a echar tal cantidad de historias del pueblo y cantar letras suyas relacionadas con casos de la vida real que un simple saludo de paso se convirtió en una clase magistral de tradición oral y realismo mágico.

Desde una canción que le compuso a un amigo suyo que fue traicionado por su mujer, sin nombrarlo porque en el pueblo todo el mundo sabe de quién se trata, canción que además nos interpretó en la misma cafetería, hasta contarnos cómo se constituyó la Asociación de Pájaros Caídos del pueblo, cuyos miembros habitualmente se reúnen en la plaza o coinciden en la farmacia para comprar “recarga masculina” (viagra). “Cuando llega un nuevo viejillo a la Asociación se hacen una foto de bienvenida con él en la plaza”, y así un montón de anécdotas.

El escritor David Sánchez Juliao (q.e.p.d), como otros grandes narradores del Caribe, admitía que sus historias eran fundamentalmente producto de la escucha y la observación, claro, con el punto picante de ficción que también llegaba de toda la experiencia acumulada en correrías por ciudades, pueblos y aldeas.

En esos andares David descubrió ‘Del embarazo y sus posibles causas’, la tesis de grado de un médico  que tardó en terminar la carrera. Evidentemente su hipérbole es una figura más que exagerada para describir la “capacidad y competencia” de ese, por fin, graduado doctor.

Cualquier viaje por el Caribe es un libro abierto donde la ficción se solapa extraordinariamente con la realidad. Lectura, ojos abiertos y oídos despiertos, es el consejo que le doy a mi hijo que cursa estudios de información y documentación, y es la sugerencia para disfrutar mucho más.

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