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Parlamentarios, hablar por hablar

 

Un año después de aquel 28 de mayo (y XI)

No quería dar por cerrada esta serie de artículos encadenados bajo el título “Un año después de aquel 28 de mayo” sin hacer mención también a los parlamentarios. A lo que han hecho y han dejado de hacer en este primer año de legislatura. Aunque algunos/as lo que hicieron desde muy pronto fui huir del compromiso contraído con los electores y sentar sus posaderas en otro lugar.

Se hace difícil de entender que, por ejemplo, la nacionalista Migdalia (Midalia para los amigos) Machín estuviera batallando hasta el final para encabezar la lista y nos estuviera intentando convencer de lo mucho que le gustaba el Parlamento para, a las primeras de cambio, dejar su real escaño para sentarse en el Consejo de Gobierno, a la diestra o la siniestra, vaya usted a saber, del presidente Fernando Clavijo.

No fue la única a la que no le dio tiempo ni de calentar el sitio. La cabeza de lista del PSOE. María Dolores Corujo, también fue vista y no vista. Tomó posesión pero se embarcó en las elecciones generales y ahora ocupa sitio en la bancada socialista del Congreso de los Diputados. Pero en CC, se va la primera, a las primeras de cambio, y el segundo, con presuntas segundas intenciones. Pedro Manuel Sanginés, igual que en el Ayuntamiento de Arrecife, dejó el acta de diputado a cambio de ser senador en representación de la Comunidad Autónoma. Los hay que dicen que la intención del que fuera presidente del Cabildo era migrar a Madrid con todos sus casos judiciales pendientes bajo el brazo para que, en lugar de en Lanzarote, donde parece que no tiene muchos amigos palaciegos en el juzgado, se los llevaran en el Tribunal Supremo, como corresponde a sus señorías senatoriales. Y si fue así, hay que reconocerle su eficacia. Se puso un propósito y casi lo deja finiquitado del todo en el primer año de legislatura. Quizás sea el único al que se podría considerar, con toda la sorna del mundo, pragmático y de tener resultados.

Tampoco del PP se puede esperar demasiado. Su eterna diputada lanzaroteña, gracias a la antipatía compartida con Echedey, cambió, encantada, la representación de los problemas lanzaroteños, por la Presidencia del Parlamento, donde Astrid Pérez se entretiene moderando el debate parlamentario y en representaciones reales que parecen ficticias cuando se le ve con peineta y casi mantón de manila haciendo el Cristo por La Laguna. O sea, que lo de parlamentaria por Lanzarote queda como un trabajo menor, que toca disfrutar del puesto. Por Lanzarote, aparte de beneficiados y beneficiadas con “regalos institucionales” que bien valen una crónica, poco se le nota.

 Entre los nuevos, elegido como cabeza de lista de Nueva Canarias gracias al apoyo del partido de Óscar Noda, UPY,  está Yoné Caraballo. Que hace todo el ruido que puede y más pero que le hacen poco caso. Y como no le hacen mucho caso, se entretiene rebautizando las islas orientales como “islas amarillas” y cosas así. Tampoco puede hacer mucho más, la oposición es dura y Nueva Canarias en general no está para muchos sobresaltos.

 También están en la oposición los socialistas Marcos Hernández Guillén y Lucía Olga Tejera pero exactamente donde no se sabe. A Marcos, que lleva en esto de la política desde que era nonato, se le oye de vez en cuando diciendo alguna cosita poca pero Lucia Olga es todo un ejemplo de diputada invisible. De Alicia Parrilla, que fue en la lista regional, nada puedo decir porque nada sé.

De David Toledo, al que llaman “deivid” (los nacionalistas ya no hablan canario ahora prefieren los anglicismos, ¡qué se creen ustedes!), el tercer parlamentario nacionalista elegido, tampoco piensa mucho en lanzaroteño.  Se ha convertido en el bastón de Clavijo en el Parlamento, nada menos que presidente de todo el grupo parlamentario nacionalista. De David, los propios compañeros de CC de Lanzarote están esperando a ver si mantiene la posición o es otro volador más de Clavijo. Ya saben, de esos que suben y suben y suben y luego estallan y nada. Sea como sea, está en un puesto que le encanta a él pero que no le pone al frente de los problemas de Lanzarote en el Parlamento.

Estando la cosa así, se deja en mano de los suplentes el trabajo parlamentario. Por el PSOE, entró el de nombre romano, Marcos Antonio Bergaz, mientras que CC le permitió un regalo más a Oswaldo Betancort y subió al escaño Cristina Calero, a la que le encargan cosas menores. Los encontronazos más sonados han sido entre Oswaldo y Yoné. Porque Oswaldo va a dorarle la píldora al gobierno en lugar de reivindicar con pasión turca (o Gomera, que Casimiro sí que sabe) lo que corresponde a la isla de Lanzarote. Algunos dicen que realmente se sabe que es presidente de Lanzarote, cuando interviene en el Parlamento, porque se hace acompañar por la directora insular de Comunicación, que aprovecha para pasar dietas por tres días a la Casa Amarilla por estos saltitos a Tenerife, según cuentan trabajadores del Cabildo.

Hasta ahora, los políticos presumían al aprobarse los presupuestos de batir récord de partidas para Lanzarote. Ahora, ya no. Ahora presumimos, según la nueva teoría de los nacionalistas, de traer cada vez menos para que el porcentaje de ejecución sea mayor. Realmente estoy preocupado de que se pongan de objetivo para el 2025 ejecutar todo “lo pintado” en los presupuestos. Conociéndoles, y viendo los precedentes, acabarán pidiendo que no pongan nada y así se ejecuta todo. ¡Mira qué fácil!

Sinceramente, yo no me imagino a un trabajador yendo a  Magistratura a denunciar al empresario porque no le paga todo el sueldo y conformarse con que el magistrado/a decida que el empresario le baje el sueldo para que se cumpla lo pactado con lo realizado. La cuestión es que el empresario tendrá que pagar más cada año, como también parece obvio que lo que tendría que ponerse son los medios para conseguir más cuotas de ejecución y no renunciar a ello porque no se consiguen. Pero es que de eso se trata la vida parlamentaria que nos toca: hablar por hablar. Y de ese librito no se han salido ni unos ni otros. Pero, ya ven ustedes, ya se han vuelto a subir el sueldo. Y es que las palabras de los parlamentarios son cada vez  más caras. Y eso que no cumplen con nada.

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