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Entre muertos y polvos reales

 

Se formó el mierdero, decimos en el Caribe, uno más en Oriente Próximo para ser exactos. Ponemos en funcionamiento un nuevo contador de muertos, esta vez en el Líbano, con el mismo agresor de casi siempre: Israel, el Estado sionista y asesino que manda bombas a sus anchas con la complacencia y ayuda estratégica y militar, especialmente, de Estados Unidos.

Silencio, medias tintas y algún rechazo con la boca pequeña de buena parte de la comunidad internacional, incluida España, ahora muy pendiente del “destape” del amor furtivo del rey emérito, Juan Carlos I, con Bárbara, que se apellida Rey, premonitorio nombre artístico el elegido por la vedette, que tuvo un affaire hace tres décadas con el entonces rey de España y jefe del Estado.

Mientras la prensa se ocupa más de los polvos reales, intentando blanquear la imagen del emérito, tarea cada vez más difícil, solo el partido Podemos pregunta cuánto dinero costó al Estado pagar el presunto chantaje a Juan Carlos I utilizando fotografías comprometedoras de los amantes que ahora han visto la luz por la revelación del hijo de Bárbara Rey. ¿Cuánto costó el silencio y mantener en el cajón documentos, fotos, audios y otras pruebas?, ¿dónde están los partidos súper constitucionalistas españoles que se proclaman como ejemplos únicos de transparencia?

Y no olvidemos, por favor, que el contador de muertos sigue superando estadísticas en Gaza. No son suficientes más de 41.000 víctimas mortales e infinidad de heridos, ni el llamado desesperado de cooperantes y ONGs de ayuda humanitaria que describen el horror de montones de muertos por ataques indiscriminados a hospitales, colegios, edificios de culto, instalaciones esenciales de tratamiento de agua y electricidad y otros blancos civiles derruidos que nada tienen que ver con puntos de amparo del “enemigo”.

Esta primera semana de octubre se cumple un año de la invasión militar genocida de Israel a Gaza. Ya en agosto, con 40.000 muertos sumados en este intento de exterminio que Palestina resiste, el responsable de la ONU para los derechos humanos, Volker Türk, tachó la estadística de “marca lúgubre para el mundo”, confirmando las violaciones de las reglas de guerra en la masacre perpetrada por el ejército israelí.

Solo la ONU ha perdido 200 trabajadores en una Franja de Gaza que tiene el 80 por ciento de sus infraestructuras destruidas. Las imágenes normalizadas en los informativos de televisión me recuerdan las escenas de tragedia de la época más terrible de violencia en Colombia, donde el reguero de muertos era el plato de consumo diario.

Si ya Milei pasó por la capital española para recoger la Medalla Internacional de la Comunidad de Madrid, “por su defensa de la libertad”, no nos extrañe que Netanyahu visite la Puerta del Sol para ser galardonado con honores por la defensa de la vida.

Y en Sol finalizó el sábado una de las tantas marchas convocadas por la sociedad civil europea en rechazo al ataque sistemático de Israel a Palestina y la región, pidiendo a España no solo romper relaciones con Israel, sino aplicar sanciones y poner punto final a la venta de armas, la misma consigna de miles de manifestantes solidarios por el mundo que con su protesta también visibilizan la indiferencia de países que enarbolan su desacreditada bandera de derechos y libertades.

Voces y acciones del pueblo pueblo y manifestaciones de las artes históricamente se escuchan y ven más que las tímidas reacciones de los que no les duele absolutamente nada.

“La vida no vale nada si ignoro que el asesino

Cogió por otro camino y prepara otra celada

La vida no vale nada si se sorprende otro hermano

Cuando supe de antemano lo que se le preparaba

La vida no vale nada si cuatro caen por minuto

Y, al final, por el abuso se decide la jornada ...”

Fragmento de la canción ‘La vida no vale nada’ del cantautor cubano Pablo Milanés.

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