PUBLICIDAD

Nuevos ‘Estados’

 

 

Mientras se libran crudas guerras terrenales, el mundo virtual da pasos agigantados para señalarnos el camino a seguir vistiendo de democracia y libertad de expresión millonarios intereses a través de redes globales que parecen, o son, entes geopolíticos con pretensiones de ‘Estados’. 

Tenemos a Elon Musk, el hombre más rico del mundo (241 mil millones de dólares), que compró Twitter, ahora X, “para proteger la civilización”, y Mark Zuckerberg, cofundador de Facebook que absorbió Instagram y WhatsApp, como los tecno-oligarcas de referencia del planeta.

Esta semana la Fundación Gabo ofreció un interesantísimo e ilustrativo debate: ‘Después de Musk vs. Brasil: la lucha por la información veraz’, con prestantes comunicadores que expusieron distintos puntos de vista sobre el conflicto entre Musk y el Tribunal Supremo de Brasil que supuso en agosto pasado el bloqueo de 39 días de X en ese país suramericano por no bloquear cuentas acusadas de difundir desinformación e incumplir las normativas de la nación.

El experimento de Musk en Brasil es un aviso de lo que ya se cocina en el mundo, así que sería un error verlo distante o como un problema ajeno. ¿Y por qué experimento? Fue una embestida en toda regla para sopesar qué consecuencias conlleva enfrentarse a las leyes de un país democrático, y en este caso de mucho peso en América, que para X representa el sexto mercado más grande a nivel mundial.

Es la amenaza de un grupo minoritario dueños de la “verdad” que dicen defender la “libertad de expresión” en contraposición a la “censura”, tecno-oligarcas que propagan e intentan imponer el discurso del odio y valores antidemocráticos con fines económicos bajo el paraguas de gobernantes marionetas.

El gran negocio de Musk no es X, aparte de la movilidad eléctrica y la exploración espacial,  su multimillonario negocio es el servicio satelital Starlink que tiene como finalidad poner miles de satélites en órbita para llevar internet a cualquier rincón del planeta, industrias relevantes que dependen de los Estados. Intereses geopolíticos estratégicos para adquirir más capital y poder.

De allí el uso de la red social para influir en los países y sus poderes legislativo y ejecutivo y que los mismos estén al pie de sus intereses anteponiendo los intereses de la propia nación, esa es la batalla. Musk ha demostrado habilidad para intervenir en la vida política de los países, lo está haciendo más que nunca en Estados Unidos, al lado de Trump, intentando monopolizar las tendencias de debate y el discurso público y regando sus conocidas campañas de desprestigio contra quienes no entran por el aro.

La Brasil de Lula sostuvo una disputa legal con Musk, pero no es menos cierto, como lo apuntaba uno de los intervinientes en el debate virtual de la Fundación Gabo, que es imposible controlar el discurso distorsionado de millones de personas.

La sanción de 5 millones de dólares impuesta a X es calderilla para el bolsillo abultado de su magnate, casi nada para un instrumento de propaganda de semejante alcance, pero sí que sienta un precedente de la defensa de las leyes de un país frente a la idea engañosa de libertad de expresión del reino de Musk que pretende implantar sus límites a la sociedad.

El periodismo serio y riguroso es un gran enemigo de la industria  de las noticias falsas que quiere hacer prisioneros a los ciudadanos inyectando temor. Musk eligió Brasil como experimento de la mano del Bolsonarismo hasta el punto de llegar a tumbar  un proyecto de ley contra las fake news que estaba prácticamente consensuado. Hizo ruido, movió fichas y el proyecto se aparcó. Y como X hay otros monstruos tecnológicos en la misma dirección.

Como recordatorio, Brasil fue objeto de un asalto a los poderes del Estado en enero de 2023 por gente empujada por Jair Bolsonaro que irrumpió en la sede del Congreso en Brasilia en protesta por la victoria de Lula da Silva en las elecciones generales de octubre de 2022. Casi el mismo retrato de los simpatizantes energúmenos de Trump, también jaleados por este, cuando en enero de 2021 asaltaron el Capitolio en Washington, en el momento en el que el Congreso comenzaba el proceso de oficializar la victoria del presidente electo Joe Biden.

Ambos motines, incitados por cuentas en redes sociales, marcaron la proyección de fuerzas de ultraderecha y la difusión de noticias falsas que hicieron daño a ambos países. España también lo sabe.

Escribir un comentario

Código de seguridad
Refescar