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Oswaldo y coger agua en cesto

 

Voy a terminar reconociendo que Oswaldo tiene razón al decir que la seña de identidad de su gestión en el Cabildo es hacer lo imposible. En el caso del agua, está claro que está haciendo lo imposible para ir de mal en peor. Ahora, un año y medio después de llegar a la Presidencia del Cabildo dice que quiere declarar la emergencia hídrica para afrontar el gravísimo problema que tenemos montado en Lanzarote con la producción y distribución del agua potable y también con el saneamiento, ambas en la actualidad en manos de una empresa privada, Canal Gestión de Lanzarote, filial de la madrileña Canal Isabel II, adjudicataria del servicio en los tiempos de la presidencia del también nacionalista Pedro San Ginés.

Un año y medio después de llegar a la Presidencia del Cabildo, responsable de la gestión del agua tanto en el Consorcio como en el Consejo Insular del Agua, dice que le va a meter mano al asunto. Y para ello dice que es imprescindible tirar de la emergencia hídrica, que afloja los rigores de la administración pública en la contratación y aflora nuevos nichos de subvenciones de donde financiarse. Lo extraño es que llevamos un año y medio yendo de mal en peor y que Oswaldo y su escudero en estas cosas del Agua, Domingo Cejas, están echándole la culpa de todo a los cuatro años de gobierno sándwich del PSOE, entre los 10 años de mandato del nacionalista Pedro San Ginés y lo que ya lleva de gobierno el también nacionalista Oswaldo Betancort. Pero si la culpa toda es del gobierno socialista anterior y la emergencia hídrica es imprescindible para afrontar el problema, ¿por qué se espera año y medio para iniciar el procedimiento? Ya saben, “hacemos imposible lo posible”, ¿o era al revés? ¿O es así pero él lo dice al revés?

 La errática actuación del gobierno que preside Oswaldo Betancort puede convertirse en un torpedo en toda la línea de flotación del sistema de producción, distribución y comercialización del agua en Lanzarote, tal como fue concebido en  los años 80 y que dio una respuesta casi milagrosa a un territorio marcado históricamente por la carencia de agua potable. No solo no está afrontando el problema, sino que, además, encadena ocurrencia tras ocurrencia evidenciando, a las claras, su incapacidad para diferenciar la fimosis de la osmosis inversa.

Y lo que es peor todavía, su compromiso y deberes personales con el sector turístico, le está llevando a justificar la implantación generalizada de potabilizadoras en hoteles y apartamentos como solución al problema de abastecimiento actual. Se cargaría de un plumazo la exclusividad del Consorcio de producir agua en la isla y pondría en riesgo la sostenibilidad del sistema de precios del agua en la isla.

En Lanzarote, el uso industrial del agua conlleva un sobreprecio que sirve para que los residentes lanzaroteños puedan tener un agua más barata. ¿Si las industrias producen su propia agua, y no se les grava de forma que esos ingresos ayuden a financiar el agua doméstica, a cuánto va a subir el precio del agua a los residentes y al sector agrícola? Está claro que no están pensando en los residentes, a los que llevan un año y medio castigando, dándole prioridad al sector turístico, y permitiendo que las pérdidas en red ya superen el 60%. Da miedo hasta escribirlo: de cada diez litros producidos, se pierden seis en la red. Y después la culpa va a ser de los bañistas que se lavan los pies al abandonar la playa para no llevarse la arena a casa.

Las medidas que anunciaron después de celebrarse la asamblea del Consorcio son de pura coña.  Es como cuando tu hijo adolescente va a salir de noche y le preguntas adónde va a ir y te hace una relación de todos los pueblos donde hay verbenas, discotecas y bares pero no te concreta en cuál de ellos va a parar él. Está claro que no sabe o no quiere decírtelo. Pues lo mismo pasa con las medidas anunciadas. Son una lista con todas las cosas que se podrían hacer o que se deberían hacer. Una lista exhaustiva de opciones donde habría que jerarquizar y elegir cuáles son las adecuadas para el momento en el que estamos. Pero no es más que un sumatorio más de vocablos para enriquecer el galimatías y a amigos cercanos. Va desde recuperar la aljibe como pieza básica de almacenamiento (¿pero no es ya obligatorio y exigible, aunque se prefiera llevarle cubas de agua ad hoc a hosteleros amigos?) a reparar los bastidores de las plantas inoperantes.

Pero la que más gracia me hizo fue oírle decir a Oswaldo Betancort que iban a sacar un contrato rápido (no dijo para dárselo a quién) para alquilar no sé cuántas potabilizadoras móviles para mantener siempre llenas las tuberías de distribución. Y, entonces, ya te das cuenta que la falta de un agüita ya le está haciendo daño al presidente. O sea, que tenemos unas tuberías que pierden más del 60% del agua que le suministramos y considera prioritario meter más agua en la misma en lugar de afrontar urgentemente el problema gravísimo que tenemos en la red. Es un error por dos razones fundamentales: la primera, llegaríamos a pérdidas de agua todavía muy superiores, no solo en valores absolutos sino también relativos. Si mantenemos las tuberías llenas durante día y noche a la misma presión, en los momentos nocturnos de bajo consumo, el porcentaje de pérdidas sería superior. Y, segunda, desalar agua tiene un elevado coste energético y contamina mientras que ganar eficacia en la distribución ni cuesta tanto ni contaminada nada.

Seguro que Oswaldo sigue sin darse cuenta de que la solución no viene de que los técnicos desarrollen sus ocurrencias sino al revés. Se trata de que unos técnicos hagan un proyecto que le dé viabilidad al agua en Lanzarote y los políticos limitarse a gestionar su financiación y supervisión. Si no entiende eso, a estas alturas y ante un problema tan grave y esencial, cómo va a saber lo que significa el aforismo “coger agua en cesto”. Aunque, en su afán de conseguir “hacer imposible lo posible” (¿o era al revés?) es capaz que el aforismo mute a “meter agua en las tuberías de Inalsa”.

De todas formas, si se agobia mucho, siempre le queda como última alternativa hacer la “fiesta del agua”, o la “Water festival” para que no desmerezca frente a la “Wine Run”, y que la meta en Promoción Económica para que Juan Betancort le saque partido y saboreo a las tapas de la auténtica agua de Lanzarote. Y a disfrutar, que la vida son dos días.

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