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En el castillo, los animales y en los corrales, las personas

 

No me gusta escribir de nada sin saber algo más de lo que saben la mayoría de los lectores que me podrían leer. Por eso, me fui el pasado lunes a la presentación del XI Festival Enogastronómico Saborea Lanzarote, que se celebrará en la Villa de Teguise los próximos 23 y 24 de noviembre, y que tendrá un coste superior a los dos millones de euros. O sea, este fin de semana. Aunque allí, de lo que costaba todo aquello y en qué se gastaba no se dijo ni mú.

Entre el sábado y el domingo, apenas dos días, el Cabildo de Lanzarote, con la complicidad de los CACT y el Ayuntamiento de Teguise, se estallarán una buena cantidad de dinero público entre estrellas Michelín y chefs invitados con todos los gastos pagados como Jordi Roca, Eduard Xatruch, Diego Guerrero, Benito Gómez o Álvaro Garrido. Serán dos días de fiesta total, con la gastronomía como referencia, con pulseras cashless recargables como método de pago,  más de 120 expositores, Aula de Gastronomía Líquida (coctelería), el Burger Fest, Aulas del Vino y del Mar y numerosa presencia de otros destinos. Literalmente, una pasada. Una pasada que nos cuesta más de 2 millones de euros, lo mismo que cuesta pagarle la carrera completa a más de cien jóvenes lanzaroteños.

El espacio es realmente impresionante, diseñado con un gusto exquisito, con todo calculado al milímetro, donde Maderas Marcial gana protagonismo, y seguro que unos cuantos buenos miles de euros,  con unos stands de una calidad que parecería que se van a quedar para siempre. Sin embargo, todo esas formas volverán a ser madera apilada el próximo lunes, de la que ni siquiera sabemos si se guarda para el año 2026, o se volverá a comprar una igual, nueva, para alegría de sus proveedores.

Un amigo mucho más influenciable ante el lujo que yo me soltó : “¡Si esto está al nivel de Fitur!”. Le pregunté si sabía lo que era IFEMA y me contestó inmediatamente que sí. “hombre, claro, es el Instituto Ferial de Madrid, el que organiza todas las ferias de Madrid, incluida FITUR”. “Efectivamente, pero sabes cuánto gana con la organización de las ferias, ¿Sabes cuánto paga cada stand por estar allí?”, le repregunté y ya empezó a mostrar flojera y un poquito más de contención.

Antes de que dijera nada, volví a preguntar: “¿Cuántos de estos que ves aquí tan animados, tan felices, tan de Oswaldo, estarían dispuestos a pagar un precio justo por exponer, por vender tapas, por vender vinos durante este fin de semana? ¿Han convertido esto en una extensión de su negocio, a coste mínimo, a cambio de vendernos un retorno de una “inversión pública”, o despilfarro mayor, que no se ve por ningún lado? ¿Realmente esos restaurantes, bodegas y palanchines que ganan dinero este fin de semana mientras se promocionan con euros públicos, que no asiste a otros sectores, consumen diariamente papas de Los Valles, verduras y hortalizas, lentejas, garbanzos, cebollas y tomates  de Lanzarote? ¿Por qué disminuye entonces la superficie cultivada en Lanzarote?”.

El hombre se me quedó mirando para los celajes. Quiso decir pero no dijo nada. A pesar de que empezó diciendo que estaba encantado con todo aquello cuando vino a saludarme, ahora parecía que no había caído en esto otro. Que para él lo que está bien es el despliegue, la capacidad de organización y la impresionante capacidad de convocatoria. Y eso es incuestionable. Y yo no cuestiono ni la profesionalidad de quienes lo organizan, ni de quienes vienen, ni de quienes suman unos euros más a su cuenta de resultado.

Si toda esa parafernalia estuviera financiada por los propios empresarios que se benefician directamente, con una discreta subvención del sector público, yo no solo les aplaudiría sino que me sumaría a la fiesta con gusto. Pero todos en Lanzarote sabemos que esto está hecho (y ha sido así desde que lo creó Pedro San Ginés en sus tiempos de presidente) en un ambiente clientelar donde los políticos de turno intentan acercar la sardina a su ascua electoral con dinero público.

Si se conocieran los datos, si se dijera en qué se gastan esos más de 2 millones de euros, se vería como aparecen retratados todos los que rodean al presidente, con cantidades desorbitadas a los medios de comunicación incluidas. El presidente ha querido llevar personalmente, sin consejero delegado, el turismo y el sector primario, nucleándolo todo a través de promoción económica, que también lleva él directamente, para crear un Cabildo paralelo donde se da la máxima velocidad a la liquidez y al despilfarro.

El único objetivo real (lo otro, si viene, mejor, pero no se trata de eso) es captar votos, someter voluntades y volver a los años del populismo subvencionable que tanto daño hizo a agricultores, pescadores y a la isla en general en tiempos de Dimas. Esa es la realidad: también las ferias de agricultura, pesca y ganadería de Dimas en los años 80 eran espectaculares para su época. Pero solo sirvieron para que Dimas se perpetuara en el poder (y acabara en la cárcel, ¡cuidado!) y un montón de lanzaroteños se movieran en la corruptela para darle cobijo y apoyo a la verdadera corrupción que siguió a todo aquello.

Cada uno puede mirar para dónde quiera e impresionarse con lo que plazca. Se pueden quedar obnubilados con los árboles o ver el bosque en su conjunto. Y lo real es que mientras los lanzaroteños se pelean por encontrar una casa, el Saborea presume de los mejores stands del mundo mundial; la realidad es que mientras los agricultores sufren todos los días la incapacidad para que el agua llegue a sus fincas, el Saborea se queda con el dinero, que debería ir a ellos, para traer estrellas Michelin. La verdad es que mientras corremos el riesgo de quedarnos sin agua, sin vivienda, con sueldos que no llegan a fin de mes y sin transporte público, entre otras tantas cosas, nuestros políticos presumen de hacernos el mayor sarao del reino. Pareciera que les hemos elegido para llevarnos de fiesta y no para solucionar los problemas que nos agobian día a día.

El visitante que vaya primero al Saborea y después se interese por cómo viven los residentes se va a llevar la impresión de que los lanzaroteños viven en los corrales mientras sus casas las dedican a los animales. Que, claro, que estaría muy bien que los animales vivieran en espacios como castillos pero lo que sorprende es que no tengamos pasta para adecuar nuestros estándares de calidad de vida.

Claro que la feria del Saborea está de escándalo. Lo está por el gasto que hace y por el nivel que tiene. Pero, sobre todo, porque el coste de oportunidad del dinero que se gasta es muy alto en una isla rica que mantiene a su población cada vez más pobre.

Oswaldo Betancort acusaba en campaña al PSOE de gastarse el dinero de los lanzaroteños en “golosinas” mientras tenía a los niños “sin escolarizar, desnuditos y mal comidos”. Se refería el ahora presidente  a que el PSOE daba subvenciones “sin ton ni son” mientras la isla y sus servicios se deterioraban a pasos agigantados. Ahora sabemos que lo que le molestaba a Oswaldo era que fueran los socialistas y no él quiénes llevaran a cabo ese despilfarro. Pero él no solo los ha copiado, sino que los ha superado con creces. No sé si fue su amigo Omar, un venezolano ganadero muy bien asentado en Teguise, en las dulces sombras de Oswaldo, quién le explicó aquello tan de la Venezuela del desarrollismo "¡Ta' barato!, ¡dame dos!". Que es lo que hace ahora a rajatabla su querido presidente. Donde los socialistas tiraban 10.000 euros, Oswaldo promete tirar como mínimo el doble. Y así, sólo nos puede ir mucho peor. Y seguro que las tapas y el vino estarán muy bien este fin de semana.

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