ASTRID Y DOLORES TAMBIÉN SE SUMAN A LAS DIETAS DE LA AUTORIDAD PORTUARIA

La alcaldesa de Arrecife, Astrid Pérez, que a su vez es presidenta del PP de Lanzarote y diputada en el Parlamento de Canarias ha decidido ser también la representante del Ayuntamiento de Arrecife en el Consejo de Administración de la Autoridad Portuaria de Las Palmas.

La presidenta del Cabildo de Lanzarote, María Dolores Corujo, que a su vez es secretaria general del PSOE de Lanzarote y diputada en el Parlamento de Canarias será también la representante del Cabildo de Lanzarote en el Consejo de Administración de la Autoridad Portuaria de Las Palmas. Como dos gotas de agua, Astrid y Dolores están empeñadas en demostrar que el PP y el PSOE son exactamente lo mismo y que ellas actúan de la misma manera. O sea, que da lo mismo ser del PSOE o del PP si de lo que se trata es acumular cargos y sumar dietas a los ya suculentos sueldos que disfrutan. Y las dietas por asistencia a las reuniones del Consejo de Administración son de las más gordas que hay. Tanto que son superiores, según apuntan, al sueldo mínimo interprofesional. O sea, que por ir a una una reunión de unas cuantas horas, estos representantes de cabildos, ayuntamientos y gobierno cobran tanto o más que un montón de trabajadores canarios al mes. Pero es que, además, se las suman a unos sueldos ya de por si tan espectaculares como públicos ( que no publicados ni publicitados). Y, además, no se entiende que un político que cobra un muy buen sueldo por dedicarse en exclusividad a su cargo público tenga que cobrar dietas tan escandalosas por ir a una reunión en representación del Ayuntamiento, Cabildo o gobierno que ya les paga el sueldo, y los gastos adheridos al desplazamiento. Pero es que cuando se trata de dinero para ellos, nuestros políticos no pierden ninguna dieta ni emolumento que puedan sumar. Pueden perder subvenciones para viviendas oficiales, para inversiones, para servicios sociales pero dietas que sumar a sus sueldos no se les escapa ninguna. En fin, lo dicho, que la solidaridad empieza por uno mismo. O por unas mismas, como es el caso.