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César Manrique, 30 años ausente pero más presente que nunca

 

Sobre las dos de la tarde, el 25 de septiembre de 1992, vecinos de Tahíche  pudieron ver el Jaguar de Cesar Manrique impactar con una furgoneta cuando intentaba cruzar la carretera LZ1 para trasladarse a su casa. Era la hora en la que solía abandonar la sede de su Fundación, acogida en su primera casa, construida dentro del volcán de Tahíche. Se sabe que el artista universal lanzaroteño, que tenía 73 años, a pesar de su reconocida jovialidad, tenía ciertos problemas visuales, propios de la edad, no se percató de que se aproximaba un vehículo con preferencia por la vía principal y abandonó el stop antes de que se alejara el peligro. El fuerte impacto produjo el fallecimiento de César y entristeció a los habitantes de la isla y a los millones de seguidores y turistas que disfrutaron con su obra espacial en la Isla.

Dentro de unas horas, se cumplirán hoy los 30 años de la ausencia de un prohombre que supo disfrutar de la vida dejando un legado de un valor incalculable para los lanzaroteños y los  defensores de la simbiosis entre naturaleza y arte. Aunque el eje principal de su arte era la pintura, su obra espacial en Lanzarote, con los Centros Turísticos, que son las joyas de la isla, alcanzó una popularidad mayor y le dio otra dimensión. También su insistencia en la defensa de la naturaleza le coloca al frente de los defensores más cualificados, con una potente voz llena de mensajes ejemplarizantes. Van 30 años de su ida, pero permanece más presente que nunca. Hoy César Manrique (24 04 1919 - 25 09 1992) hubiese tenido 103 años y seguirá cumpliendo, año tras año, desde la nostalgia y el recuerdo de un hombre que supo ser él sin dejar de ser nosotros.

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