Con lo que se come, no se juega
- MANUEL GARCÍA DÉNIZ
Las ocurrencias son muy peligrosas en la actividad económica, en la ordenación del territorio y, también, en la actividad política y electoral. Está claro que al PSOE de Lanzarote no le va la mitad de bien que le gustaría que le fuera a estas alturas del mandato y está queriendo echar balones fuera y contarlos como goles.
La última ocurrencia anunciada por la presidenta del Cabildo de Lanzarote, la “comandante” María Dolores Corujo, en la que dice que va a declarar a Lanzarote “isla saturada turísticamente” trae todo el sello de la factoría ingeniosa, de gestión nefasta, de Carlos Espino y Mario Alberto Perdomo. A veces, no muchas pero sí a veces, me da pena que María Dolores no se dé cuenta de que ser socialista no es estar engañando a la población a todas horas, aunque eso diera votos, que todavía está por ver en mayo.
La presidenta del Cabildo ha venido presumiendo a lo largo del mandato de lo bien que lo estaban haciendo en la promoción turística y anotándose como tantos de ella la excelente ocupación de la isla. No es que me extrañe a estas alturas que la misma persona que presume de llenar la isla de turistas se queje de que la isla se está llenando demasiado de turistas. Claro que no me extraña. Aunque evidentemente es contradictorio, pero como casi todo lo que sale de la boquita de los políticos y muy especialmente de la presidenta del Cabildo, que dice con igual convicción una cosa que la contraria si sale de la factoría Espino & Perdomo. Su confianza en este par es solo equiparable a la que siente por sus tridente de hermanísimos mediático jurídicos.
La misma presidenta que dice que ha sido todo un éxito su campaña de promoción turística, con la diversificación de países de procedencia, no debe leer las propias estadísticas del Cabildo que sigue manteniendo como principales países emisores a los mismos de antes de la pandemia. Debe de estar muy necesitada de éxitos en este campo para que, incluso, dijera que gracias a esa promoción novedosa, Irlanda nos declarara como su destino preferido de invierno por primera vez. Y mira si no es garrafal la mentira que el propio Héctor Fernández, gerente de la SPEL, y que metió ahí de aquella manera su archienemigo Pedro San Ginés, le ha tenido que corregir en declaraciones al Canarias7, donde aclaró que no era la primera vez ni mucho menos. Quien conozca a Héctor, y sepa lo leal que es con el que manda, para decirlo fino y en español, sabrá lo aberrante de la metedura de pata para que él se atreviera a contradecir a la “comandante”, cuando a él lo que le gusta es ser una especie de sargento chusquero con sus soldaditos de papel y campaña. Y todavía es más sorprendente que se vaya una legión entera a FITUR, y otras ferias, incluidas las gastronómicas y las deportivas, a vender a Lanzarote para recién aterrizada en la isla denunciar que estamos saturados turísticamente. ¿Acaso están yendo a las ferias a decirles que, por favor, no vengan? ¡De locos!
Las soluciones de última hora, cuando ya se acaba el mandato y no se ha hecho nada o casi nada y se corre el riesgo de perder las elecciones, son tan caras como peligrosas. Hay un ejemplo que suelo poner que me parece muy acertado. Si él político en cuestión quisiera captar el voto de los drogadictos con una actuación al principio del mandato, los intentaría rehabilitar. Está claro que si lo consiguen en los años siguientes, el ex drogadicto les votará y les agradecerá electoralmente con su voto esa apuesta por ellos. Al contrario, si lo políticos quieren ganarse el voto de los drogadictos tres meses antes de las elecciones, saben que lo único que les garantiza ese apoyo es que les paguen la droga hasta el 28 de mayo para que estén contentos y felices y vayan a votar. Y lo harán así, aunque sepan que le están dando un empujoncito más para las tinieblas.
Y en esas estamos ahora. Da igual el tema. Lo urgente es captar votos. Todos los que se puedan y de la manera que se pueda. Así que es mal momento para dejar los vicios, cuando nos los pagan todos, incluido el de “comprar” votos tocando la parte más sensible y emocional del electorado.