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Otra vez ‘carbón’ para los viajeros

Debe ser el premio que merecemos los usuarios por pagar tarifas abusivas durante fechas tan señaladas y de altísima demanda para el transporte aéreo de pasajeros como Semana Santa o la temporada de fin de año, donde hay que hacer un auténtico sacrificio económico para visitar familiares, asistir a citas o pruebas médicas, que las enfermedades no se van de vacaciones, disfrutar de unos días de asueto o en el caso  de los jóvenes estudiantes que pueden permitirse una escapadita para pasar navidades al lado de los suyos aprovechando el parón de Navidad y Reyes, por no hablar de viajes a Sudamérica, que para temporada alta tienen precios prohibitivos, pero aún así, los viajeros realizan enormes esfuerzos que deberían traducirse en mejores servicios. 

Los Reyes Magos no vinieron en camello, sino en avión, y nos volvieron a traer ‘carbón’ en forma de huelga de los servicios de asistencia en tierra de Iberia, unas jornadas de protesta que fueron convocadas en los aeropuertos nacionales del 5 al 8 de enero. Aparte de cancelaciones de trayectos, los viajeros sufrieron congestiones en los servicios aeroportuarios, colas en la facturación, retrasos en la salida de vuelos, colas en los controles de seguridad y tener que acudir con mucho más tiempo de antelación al aeropuerto, que ya son perjuicios importantes.

Superado este estrés, y siempre y cuando tu vuelo hubiera estado protegido dentro de los servicios mínimos y programado según lo previsto, el capítulo dos no deja de ser engorroso: una hora y más para recoger maletas en las cintas o que directamente la maleta no llegue, así que a esperar día y hora de llegada.

Incidencias con maletas se producen en todas las compañías durante todo el año, es normal que las haya con tanto trasiego de bultos, pero lo que más cabrea es cuando llegan tarde y saqueadas. Me pasó hace unos años en un vuelo de Madrid a Barranquilla con escala de una noche en Miami, por American Airlines, y a un amigo que salió de Tenerife a Chicago haciendo escala en Madrid, por Iberia, el pasado verano. Un hecho casi que inexplicable con la cantidad de cámaras de vigilancia que hay por todos lados en los aeropuertos del mundo.

Entiendo la parte social comprometida en una huelga porque trabajadores y trabajadoras tienen derecho a reivindicar y utilizar los mecanismos legalmente establecidos para no perder o ganar derechos o exigir respeto a compromisos adquiridos por la empresa, sea cual sea el sector productivo o servicio esencial como es el transporte.

En 2005 hice el seguimiento informativo a la huelga que entonces llevaron a cabo trabajadores del servicio de asistencia en tierra o handling de Iberia en el aeropuerto de Lanzarote, trabajadores que en aquel momento tenían vinculación directa con la empresa y que luego después de tanto luchar salieron de Iberia, pasando a formar parte de plantillas de subcontratas o uniones temporales de empresas que terminaron prestando los mismos servicios a Iberia y a otras aerolíneas, la jugada perfecta para quitarse de encima cientos de puestos de trabajos directos y aliviar carga laboral.

Como consumidor también entiendo que es una putada que te fastidien los desplazamientos en épocas sensibles y emotivas, y más, sabiendo que has hecho una inversión que incluso puede estar por arriba de tus posibilidades.

Un llamamiento a las partes para una resolución consensuada al conflicto, llamamiento a los consumidores para exigir derechos y pedir formalmente las indemnizaciones que den a lugar y, por favor, llamamiento al Estado a vigilar muy de cerca la tarifas del transporte aéreo de todas las compañías, las subidas desorbitadas en temporadas altas, la merma de servicios y pagos extras por equipaje de mano, y ojito también al control por la bonificación del Estado del 75 por ciento del precio del pasaje para residentes en Canarias, Baleares, Ceuta y Melilla en vuelos nacionales. Las compañías tienen garantizado el cien por cien de la tarifa de cada billete de avión así que no se justifican en ningún caso subidas “trampas” de compensación.

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