A fuerza de muertes
- Alex Salebe Rodríguez
Curioso que solo ahora cuando van más de 33.000 muertos desde que en octubre pasado empezara el asedio del Estado sionista de Israel a Palestina y su intento descerebrado de exterminio, sea cuando algunos medios de comunicación españoles se atrevan a presentar las muertes como “asesinatos”, y es que antes justificaban de forma sutil esa misma violación reiterada del derecho supremo a la vida de civiles inocentes como una consecuencia de la defensa de un pueblo ante el terrorismo y el ataque imprescindible hacia él, siguiendo el juego al asesino Benjamin Netanyahu, el primer ministro israelí que sin pasión incluso ha ordenado bombardeos a hospitales de la Franja de Gaza.
Tuvieron que morir siete cooperantes de distintas nacionalidades de la ONG World Central Kitchen del cocinero asturiano José Andrés para escuchar el cambio de discurso de medios de comunicación y mensajes de condolencias, pero nunca de rechazo al terrorismo de Estado, de la derecha española, siempre pendiente de por dónde tose Estados Unidos para no contrariar al todopoderoso Tío Sam, principal proveedor de armas de Israel.
El asesinato de los siete voluntarios que desarrollaban la noble misión de ofrecer comida a la abatida población de Gaza no es ni mucho menos el primer golpe mortal a ONGs. Por “confusión”, ya van 196 cooperantes asesinados de distintas entidades, la mayoría de Naciones Unidas, la misma organización que emite y emite resoluciones que Israel alegremente se pasa por el forro. Por algo el Estado sionista está convencido que Israel es el pueblo elegido y raza superior a la mierdilla del resto de mortales.
Ni las justificaciones ni las condolencias van a devolver la vida a los voluntarios ni a las más de 33.000 personas asesinadas por Israel, el 70 por ciento niños, niñas y mujeres. Razón tiene la ONU en decir que el problema no son los supuestos errores en los ataques militares, sino la estrategia militar que hace que los errores persistan. Difícil entender que sea un error perseguir y aniquilar con drones los tres vehículos donde viajaban los cooperantes de World Central Kitchen si desde el ataque al primer vehículo se advirtió a la fuerzas militares cuál era la misión de los vehículos y sus ocupantes, que además se encontraban a varios kilómetros de distancia.
La muerte en estas circunstancias debe ser un hecho tremendamente doloroso e inexplicable para las familias de estas personas cuya única finalidad era la de tender la mano y ayudar exponiéndose en un territorio vilipendiado. Repartir solidaridad es cada día más difícil por el mismo asedio de las bombas y la falta de recursos que también mella la salud mental del voluntariado, según avisan las entidades que trabajan allí.
Los asesinatos determinan que las ONGs abandonen su misión humanitaria, como ya lo decidió la entidad de José Andrés. Visto lo que estamos palpando podemos deducir que se cumple un objetivo maquiavélico de Netanyahu, bloquear el suministro de ayuda y sumar muertes por bala y también por inseguridad alimentaria. Crece su particular inventario genocida.
Sigue siendo muy tibio el rechazo de la comunidad internacional y acciones efectivas que paren las patas a Benjamin Netanyahu, que hace lo que le da su puñetera gana, al fin y al cabo los muertos no son suyos.
Este 7 de abril se cumplieron seis meses de hostilidades, Israel no ha podido acabar con Hamás, su supuesto objetivo, mientras hay nuevos frentes abiertos, entre ellos, el de Irán, que prometen recrudecer actos de muertes. ¿Recuerdan la pandemia, los aplausos a sanitarios y el cuento de que la sociedad y el mundo saldrían sensibilizados, fortalecidos y más solidarios?, pues aquí los tenemos.