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¿No hemos hecho nada?

Un año después de aquel 28 de mayo (X)

 

Se me acercó y sin mediar saludo, me lo soltó: “¿No hemos hecho nada, realmente crees que no hemos hecho nada?”. Le miré intentando dibujar una sonrisa en mis labios para no asustarle con la respuesta que merodeaba en mi cabeza. Este consejero, disgustado con mi valoración del primer año de gobierno en el Cabildo, me hizo recordar al alumno que recibe un suspenso y encara con tanta valentía como sinrazón al profesor.

  • Señor profesor, Salí muy contento del examen, contesté todo y usted no me ha valorado nada. Me ha suspendido exclamó entre aturdido y retador.
  • Estimado alumno, su estado de ánimo no ha sido evaluado, con lo que usted, si quiere, puede seguir igual de contento porque nada ha cambiado en su examen desde el momento que salió del aula hasta ahora.
  • ¡Pero usted me ha suspendido!gritó enfadado.
  • No, no, yo no lo he suspendido. Ha suspendido usted. Las preguntas eran claras, concisas y usted conocía la valoración de cada una. Dos respuestas atendían escrupulosamente a lo requerido en la pregunta. Cada pregunta valía un punto. Y usted sacó un dos. Había que contestar bien cinco preguntas para aprobar. Se aprueba o se suspende no por lo que uno hace, sino por lo que deja de hacer por desconocimiento, incompetencia o indolencia.
  • Pero yo estudié, pero yo llené cinco folios, pero yo contesté todas las preguntas, pero yo me sacrifiqué afirmó, más aturdido y menos bravucón ya.
  • Todo eso no sirve de nada, si usted no atiende a lo que se le reclama en cada momento. Si se le pregunta una cosa, llenar dos folios sobre otra cosa, solo es una pérdida de tiempo. Solo cuenta lo que va en la buena dirección. Lo que demuestra que usted es capaz de entender qué le pido y hacerlo de forma inteligente. Está suspendido, merecidamente suspendido, no hizo lo que se le reclamaba. Se le valoró adecuadamente lo que hizo bien pero no llegó al aprobado. Usted puede seguir contento con su examen, puede creer que son las preguntas las que están mal. Pero debe saber también que la próxima vez volverá a suspender si no cambia de actitud. Y dará igual que yo sea su profesor o no, porque el equivocado es usted.

Le solté el cuento al consejero sin mediar tampoco respuesta a su pregunta concreta. Y mi hice una idea de la impresión que se había llevado el profesor de su alumno por sus gestos. Se mantuvo callado un momento. Y sus labios volvieron a moverse para volver a recriminarme.

  • Desde el primer momento, apenas dos meses después de tomar posesión del cargo, ya empezaste a ser crítico con nosotros. Cuando todavía no habíamos hecho nada.

Le miré a los ojos mientras intentaba ordenar todas las señales que dieron en dos meses para descubrir que no tenían proyecto alguno de isla, ni querían contar con las personas adecuadas y aprovechar este mandato para dar respuesta a los problemas esenciales. Daban la impresión de conformarse con el botín y el reparto entre amigos y conocidos. No vi la más mínima intención de solventar los problemas reales. Pero deseché esa idea. Sabía que no iba a aguantar esa respuesta así que seguí con las metáforas.

  • Cuando ves salir a alguien de su casa con una guitarra bajo el brazo y acompañado de cuatro mariachis, por mucho que te lo jure, no crees que se va a trabajar. Y si encima lleva a uno con un megáfono, mucho menos te crees que vayan a trabajar, de forma silenciosa, en beneficio de todos.

 

  • ¿Entonces tú crees que estamos de parranda?, me pregunta a modo de despedida.

Comentarios  

#1 inquieto 09-08-2024 19:06
Y digo yo, ¿con tanta fiesta y tanto saborea, no pueden inventarse un evento que combine la fiesta con la comida saludable de la isla y darnos a todos un plato de garbanzos conejeros? "Garbanzada Fest", por ejemplo. Saludable, apuesta por el producto local e injecta dinero a la econo-mía circular.
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