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Lanzaroteñofobia

 

Una nueva fobia está recorriendo la isla. Afecta muy especialmente a aquellos que temen perder su posición de poder si el pueblo despierta y se deja de vender por tres saboreas y un concierto y exige que se mande a parar. Se trata de un temor incontrolado a que la gente de esta isla gane en calidad de vida. Si oyen decir que hay que proteger nuestro frágil territorio insular, fuente de inspiración y atracción de propios y extraños, ya empiezan a manifestar malestar general. Si les hablas de la necesidad de implantar un transporte público colectivo, que atienda las necesidades de movilidad de forma sostenible, les da un ataque de amiguismo tan entrañable como sospechoso e insoportable.

Algunos son de Lanzarote de nacimiento, aunque ellos siempre se han declarado hijos del capitalismo más exacerbado, pero también hay muchos que llegaron de fuera y se consideran más lanzaroteños que nadie, confundiendo el legítimo derecho de residencia con el de aplicar atroces procesos de aculturación, donde niegan nuestra historia y costumbres para imponer sus caprichos imaginativos al pasado, presente y futuro de la isla. Siempre por dinero.

La lanzaroteñofobia está muy bien vista entre los poderosos y políticos locales que pagan a un ejército de periodistas e “influencer” locales para que traten de turismofobia cualquier reclamación social de los habitantes de Lanzarote. Les molesta cualquier residente que muestre sensibilidad por nuestro paisaje, que denuncie el papanatismo empresarial, repetido de forma coral y cotorril por sus allegados, o que priorice el bienestar social de todos al enriquecimiento de unos pocos. Seguro que se les hará más difícil pronunciar lanzaroteñofobia que hipopotomonstrosesquipedaliofobia, que es precisamente la fobia que les da a algunas personas a pronunciar palabras largas.

Si usted se manifiesta en contra de que empresarios corruptos y políticos corruptos construyan hoteles ilegales, los lanzaroteñófobos le tratarán de turismófobo. Si usted quiere que se regule el turismo y se organice de forma sostenible, los lanzaroteñófobos le acusarán de turismofobia. Si usted defiende el derecho constitucional de que las personas tengan un techo donde cobijarse y un sueldo digno, los lanzaroteñófobos le dirán que quiere cargarse el turismo. Les molestan las reivindicaciones de las personas locales que no sean ellos o los que piensan igualito que ellos. En realidad, para los lanzaroteñófobos, las verdaderas personas son solo los turistas, ignorando que quienes les hacen ricos son precisamente los residentes, que son los que trabajan para ellos. Que, por otra parte, la mayoría la han traído ellos a esta isla  para que trabajen en sus negocios.  

 

El lanzaroteñófobo sufre espasmos cerebrales y retortijones estomacales cuando oye hablar de un turismo más sostenible, más social y que proporcione garantías de conservación natural, cultural y patrimonial y dé calidad de vida a todos los residentes y visitantes. Si oye hablar de una ecotasa se pone enfermo pero, en cambio, casi duplican los precios de los alojamientos y no pasa nada. Piensan que solo ellos tienen derecho a cobrar. Eso no provoca rechazo en los turistas. Solo dejarán de venir si saben que ese dinero se destinará directamente a crear mejores condiciones de vida para los residentes y a conservar nuestro acervo cultural, natural y patrimonial. 

Los síntomas de la lanzaroteñofobia se vuelven inconfundibles cuando se convoca una manifestación para denunciar los impactos negativos, deseconomías externas, de un turismo salvaje y masivo que llena la isla de turistas mientras empobrece a los residentes, a cambio de enriquecer de forma irresponsable a unas élites, que son los principales beneficiarios y los financiadores de la lanzaroteñofobia. En esos casos unen, a la violenta verborrea mediática que controlan, señales inequívocas de descomposición intestinal ante la remota posibilidad de que se les pueda acabar el chollo. El chollo de la gran mentira que se han inventado para impedir que esta islita nuestra deje de ser el paraíso de corruptos que es y se convierta en un espacio de convivencia ejemplar donde turistas y residentes disfruten de lo que se aporten mutuamente.

Una nueva fobia recorre la isla. Y está completamente desatada. Todo apunta a que hay manifestación cerca. Ahí están. Escuche, lea, mire. Solo pretenden conservar el poder de quienes le pagan a cambio de que usted no tenga lo que se merece. Se llama lanzaroteñofobia. Y estos días está a tope.

¡Buen domingo!

 

Comentarios  

#1 O.Q.R. 20-10-2024 09:11
Una vez más, grandísimo artículo.

Parafraseando a Ismael Serrano en su canción "Si se callase el ruido", podría uno añadir un "Ruido de patriotas que se envuelven en su 'amor' a Lanzarote, confunden su 'amor' a Lanzarote con la sordidez de sus cavernas".
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