El show de la Virgen
- Alex Salebe Rodríguez
Yo que estudié toda la educación secundaria en colegio de jesuitas, precisamente no soy sospechoso de indiferencia ante el misterio de la presencia de Dios en la humanidad. Tuve compañeros de clase más o menos creyentes, ateos y judíos, que compartimos aulas del colegio San José de Barranquilla para formarnos académicamente respetando la cultura y creencias de cada cual.
Además, puedo decir que el colegio, siendo dirigido por curas de una orden religiosa de la Iglesia católica, jamás dio un trato diferente al alumnado que profesaba otras religiones o que directamente no profesaba ninguna.
Gusten más o menos, las diversas religiones o cultos han estado siempre presentes en la vida humana y los movimientos religiosos de distintas épocas forman parte del estudio de la historia, como también es antiguo el uso de la religión para fines ideológicos y políticos.
A cuenta del uso del credo, somos testigos de cómo aumenta el nivel de confrontación mundial con posturas extremas que crean un ambiente hostil entre la sociedad, hasta el punto de llegar a conflictos bélicos y ataques terroristas que causan miles y miles de muertes.
El uso de la religión en el discurso político para legitimar apoyo es una realidad sin distinción de naciones o credo. Es una estrategia de movilización de masas, de proyección de imagen de pulcritud y de narrativa en la justificación de acciones gubernamentales.
Una cosa es la creencia libre de cada persona y otra la política aconfesional que tiene que trabajar y legislar para todos, ateos, cristianos, musulmanes y otros. En la política cada vez hay más mercaderes que políticos y políticas, representantes públicos sin ideologías y aparentando credo, muchos de ellos y ellas, “cortitos” de pensamiento y de escasa formación, que hoy están en un lado y mañana en otro sin despeinarse, convencidos de que ir a misa, echar un rezo, hacer la señal de la cruz, participar de procesiones y romerías les exime de toda culpa por acción e inacción.
Seguro que es más honesto trabajar, proponer iniciativas y ejecutar proyectos culturales, educativos, sanitarios y de infraestructuras públicas que refugiarse en la religión o aprovecharse de la devoción para influir en la opinión pública.
Que alguien que los aprecie, de verdad, les susurre al oído que la construcción de la biografía de cada político (a), la real y no la imaginaria, será por eso que recoge la Biblia en San Mateo 7, 16: “por sus frutos los conoceréis”.
Imagino que después del espectáculo que nos montó el pasado sábado el Cabildo de Lanzarote con la ‘Bajada de la Virgen de Los Dolores’, paseando su figura desde el municipio de Tinajo hasta la capital Arrecife, llegarán las verdaderas transformaciones sociales de la mano del pragmatismo político: aumento de la calidad educativa, servicios sanitarios eficientes, mayor inversión cultural, optimización de la gestión del ciclo integral del agua y fuerte inversión en vivienda social, entre otras necesidades.
El mayor respeto que puede ofrecerse al fervor religioso y creyentes es el predominio de la tradición y no el protagonismo rebuscado de políticos y políticas sin decoro. Los rezos a María Santísima por sí solos y los shows religiosos y no religiosos no solucionan problemas, y que Dios nos coja confesados.