PUBLICIDAD

El gran despilfarro

 

Cada vez son más los que empiezan a darse cuenta. Cuando yo empecé a decir que me asustaba mucho la ligereza que tenía Oswaldo Betancort para gastar dinero público sin ton ni son, muchos miraban para otro lado. Es verdad que yo conozco mejor que muchos a Oswaldo y muy especialmente a su escudera, Gladys Acuña, que es quien le anima hacer del dinero público una suerte de lotería política.

También sabía que Oswaldo era un verso suelto dentro de Coalición Canaria, que quiere hacer lo que le da la gana, sin importarle nada lo que diga el historial de Coalición Canaria o sus principales líderes actuales o históricos. Ya con los  nombramientos iniciales demostraron que estaban antes los amigos, el médico de la pareja, o las parejas de los amigos que las personas especialistas en cada área, aunque fueran del propio partido o expertos cercanos. Poco tardó Oswaldo en querer ponerse el mayor sueldo de un presidente de Cabildo. Utilizó la triquiñuela de la que tiran los narcisistas: que lo decida el pueblo, que me adora. Pero se llevó el primer batacazo en su ego.

Oswaldo Betancort no solo ha llenado en Cabildo de enchufados, sino que, además, les ha puesto sueldos de escándalo. ¿Qué hace, por ejemplo, la periodista Gloria Artiles cobrando más de 60.000 euros? No contento con eso, ha convertido el departamento de Promoción Económica en un nido de todo a un millón, con Saboreas en casa y eventos en el exterior con cifras millonarias para apenas dos días de actos.

Ahora, este año, tendrán el presupuesto más alto de la historia, más de 200 millones de euros para gastar desde el Cabildo en 2025. Y no tiene indicios de que vayan a cambiar la línea. Lo último ha sido  contratar por más de un millón de euros una campaña para decirle al turista que se porte bien. Los CACT, para no quedarse a la zaga, se gastan cerca de 3 millones en una consultoría para que nos vuelvan a diagnosticar cómo está el turismo y seguir sin hacer nada para adaptar nuestra actividad económica al bienestar de la población local y a la fragilidad del territorio. Una obviedad que se estudia mucho pero que no se afronta nada. Es un gran problema que siempre viene metido en carpetas bajo el epígrafe de la sostenibilidad. Y, precisamente, la primera norma para que un desarrollo sea sostenible es acabar con el despilfarro.

Se trata de enderezar (no enderechar, que es lo que parece que se pretende en esta política de ignorar las necesidades del pueblo) el rumbo, y arbitrar medidas de racionalidad económica, sensibilidad social y respeto al derecho y a la voluntad popular.

Pero aquí se apuesta por todo lo contrario. Mientras el agua se les pierde en las tuberías, las guaguas son gratis pero no llegan ni al 10% de la población y ponen aerogeneradores y, primero, los mantienen tirados en el puerto durante un año a 50.000 euros al mes de pago de almacenamiento y, después, los mantienen verticales pero parados, el dinero fluye a mansalva hacia el despilfarro.

Es paradigmático que, cuanto peor están la población y los servicios, sea, precisamente, en el momento en el que las administraciones públicas tienen los presupuestos más altos. El dinero se les va en proyectos baladís, superficiales y efímeros, muchas veces gestionados por amigos o del círculo de apoyo electoral. Se multiplican las subvenciones a asociaciones de amigos, grupos del carnaval, a proyectos deportivos con poco sentido, duplicados en la mayoría de los casos, en los que se castiga a la base en beneficio de sueños irrealizables de terceros cercanos. Se gasta el dinero en perpetuar cosas que no son capaces de funcionar por sí mismas, acostumbradas al mercadeo económico electoral. En lugar de utilizar los dineros públicos en modernizar los recursos básicos y adaptarlos a las necesidades actuales para impactar en la mejora de la calidad de vida de los lanzaroteños, prefieren irse de fiesta con esos dineros, pagarse sus propias campañas de imagen y captación de adeptos, financiar proyectos de amigos y vivir que son dos días.           

Da repugnancia pensar que cosas así las están haciendo políticos que son de esta isla. La mayoría de ellos, hijos y vecinos de toda esa gente a la que ahora miran por encima del hombro, para acabar mimetizados con los mismos engañabobos que embaucaron a sus familias y les dan recomendaciones a ellos, posiblemente con el compromiso de que les llevarán de paseo en sus barcos, les invitarán a sus comilonas y les darán propina para las campañas electorales.

En lugar del sector público ser un espacio donde se prime lo de todos en beneficie de todos, se consagra ya sin tapujos ni medias tintas en el patio trasero de los ricos de la isla y los tontos del pueblo que les sirven de pantalla. Y todo pagado con los mismos impuestos de los ciudadanos, que los ricos su dinero lo quieren para ellos solitos.

Es como si usted llega a su casa, se le salen las tuberías, tiene tupido el retrete, sus hijos tienen dificultades para llegar a final de mes y le suben el sueldo y lo primero que hace es irse al bar a gastárselo con los amigos. Y a la familia que le den. Pues eso mismo es lo que están haciendo los políticos con todos nosotros. Pero, tranquilitos, que papá nos traerá una limonada del bar y nos dará una valeriana para apaciguar la ansiedad y los nervios.

¡Qué asco, compañero!

Comentarios  

#1 Rubén 16-02-2025 15:02
En Teguise mientras fue alcalde fue igual, mucha fiesta, mucha foto, mucho video solo para su promoción y ya en los últimos seis o siete años fue un desastre en su gestión que hoy se está viendo, no fueron capaces ni de mantener lo que se había echo en los años ochenta-noventa.
Citar

Escribir un comentario

Código de seguridad
Refescar