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¿Qué se puede esperar del Congreso Insular del PSOE?

 

Este fin de semana, a partir de mañana, el PSOE de Lanzarote celebrará su undécimo congreso insular. Los congresos de ahora del PSOE, y del PSOE de ahora, nada tienen que ver con aquellos celebrados durante los años ochenta y noventa del siglo pasado que tanto disfrutábamos los jóvenes periodistas  de aquellas épocas pretéritas. En realidad, muy pocas cosas son ya en esta isla como eran en aquellos tiempos. De hecho, no parece que hayan pasado 20 o 30 años, sino un par de siglos.

En aquella época, el PSOE era un partido grande, ilusionante, lleno de afiliados combativos tan orgullosos de su partido como capaces de enredarse en miles de batallas internas para defender las singularidades de las distintas corrientes o formas de ser de cada socialista o grupo de ellos. Eso era durante el congreso o durante las asambleas previas para elegir a los delegados. Pero clausurado el congreso,  a sones de la internacional y con el puño en alto, volvían a cerrar filas y todos volvían a ser del partido, defensores de sus líderes, aunque se opusieran a su elección hasta el último momento. Era una forma nada genuina pero sí muy democrática de aceptar y defender lo que la mayoría había decidido.

Hoy, el PSOE que nos presentan no tiene mucho que ver con aquel partido, de sus negociaciones y debates internos. No, nada. Ahora se va al congreso ya con la secretaria general decidida en un proceso previo en el que no tuvo rival. Y durante el periodo previo ni ha trascendido la elección de los delegados en las distintas agrupaciones. En aquellos años, durante el mes previo, las revistas y emisoras locales del momento se llenaban durante semanas de noticias, entrevistas y rumores sobre quiénes controlarían el partido, con versiones de críticos, oficialistas e históricos solapadas en artículos de opinión, reportajes y quinielas. Se perdió esa aura. Ahora la cosa se ha reducido, apagado y asimilado al funcionamiento del resto de los partidos. Todo llega demasiado amarrado, muñido y mullido por unos pocos, por los mismos que conforman una casta que se reparte puestos, cargos y sueldos.

Las interrelaciones entre los principales tres partidos en la isla, en la larga temporada ya de minorías y pactos de gobierno, ha hecho que intercambien cromos de gobierno, secretos inconfesables, intereses de todo tipo y formas de actuar y secuestrar debates internos. Hoy, los partidos, todos, apuestan por organizaciones con pocos afiliados, todos controlados y hasta subvencionados, y muchos simpatizantes, que hacen bulto en las campañas electorales y se prestan a participar en las elecciones a cambio de promesas de complicidad en intereses pero sin ninguna capacidad de alterar las composiciones internas dominantes. Antes, hace años, el PIL, el PP, la AIL, CC eran ya así. Lo siguen siendo en la actualidad, pero ahora el PSOE también juega en esa liga de segunda categoría de democracia interna.

Teniendo todos los mismos modos de amarrar su patio interior y parecidas formas de gestionar en lo público, con tan poca eficacia y nula eficiencia, hay que buscar fortalezas que les diferencien frente a sus rivales políticos. Aunque sepan que, con casi toda seguridad, tendrán que pactar entre ellos, y bajar su nivel de exigencias de distinción. Por eso es importante ver cómo deciden los que mandan en el PSOE de Lanzarote, ese núcleo duro y ya única célula viviente en la organización, afrontar el futuro y armarse para recuperar el poder después del tremendo batacazo sufrido en las últimas elecciones locales. De su capacidad para ilusionar dependerá su éxito o fracaso en 2027. Está claro que no podrán tirar de chequera institucional para posicionarse electoralmente. Esa está en manos de Oswaldo Betancort, objetivo a batir, y no desaprovecha oportunidad para tirar de ella y despilfarrar aquí, allá y maracuyá.

María Dolores Corujo Berriel entrará en el Congreso Insular del PSOE como secretaria general y saldrá como la general secretaria. Eso es una certeza que no admite discusión a estas alturas del proceso. La cuestión es si se atreverá o podrá renovar su Ejecutiva para posicionar a hombres y mujeres socialmente para liderar otra cosa distinta, no necesariamente distante, de los mensajes, actos y gobiernos que la han llevado a la oposición por primera vez en su experiencia política personal. Lleva 14 años de secretaria, aunque solo haya pasado por dos congresos insulares que tendrían que haber tenido cuatro años cada uno de vigencia, y sigue sostenida por la misma gente que la puso ahí por primera vez y que han demostrado tantas fortalezas en las promesas como debilidades en la acción.

La única manera de sobrevivir durante muchos años, con éxito, en política es adaptando los equipos y los objetivos a las necesidades de cada momento. Controlando férreamente el funcionamiento interno, se puede uno equivocar un millón de veces. Aferrarse a un núcleo que pase de inalterado a inalterable es solo traspasar el desgaste de todos y cada uno de ellos a toda la organización. Lo pueden hacer pero lo sufrirá toda la organización. Y lo que es peor, toda la isla.

Ahora más que nunca hace falta un PSOE realista, capaz de conectar con toda esa gente que ve como la política se entretiene en fiestas y despilfarros mientras los residentes en la isla lo pasan cada vez peor. María Dolores Corujo puede caer en el mismo error que su amiga Astrid Pérez (PP) y tener la tentación de convertir el PSOE de Lanzarote en algo de ella y cuatro monigotes con sueldo pero mudos y obedientes. Pero así solamente conseguiría que el 69 de Oswaldo siga poniendo la política insular patas arriba y a la isla por los suelos. No hay muchos motivos para pensar que la cosa será diferente. Pero, por una vez, un lunes puede ser más ilusionante que un viernes. Buen fin de semana.

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