
Conozco poco al actual presidente del Gobierno de Canarias, que ya fue presidente también de 2015 a 2019. Quiero decir que no somos amigos, que no mantenemos un contacto directo y cercano, que no quedamos para tomarnos un vino ni un café. En realidad, mi relación con él ha sido la mera profesional, con los habituales previos y post de entrevistas, tertulias o encuentros mediáticos. Pero reconozco, abierta y públicamente, que tengo cierta confianza en él. No me parece un cachanchán político al nivel de Oswaldo, para entendernos. Me parece que conoce bien el archipiélago y que quiere buscar las soluciones correctas, a pesar de estar sentado en un avispero donde las tramas e intereses de gente cercana a la organización política que lidera, puede poner en riesgo su proyecto y su propia continuidad. No hablo por hablar, ya le ha pasado a otros. Y estas cosas suelen repetirse con cierta frecuencia y al menor movimiento de cambio.