NO ES UN JUEGO, ES UNA PANDEMIA
- TELODIGOYO
La excepcionalidad de la medida del estado de alarma y el momento iniciático en el que nos encontramos, lleva a algunos ciudadanos a comportarse con irresponsabilidad cuando está en la calle, lugar en el que está prohibido estar si no es como tránsito hacia los sitios permitidos.
No es una medida caprichosa, ni responde a la intención de comprobar nuestras virtudes ni fortalezas. Todo lo contrario, es algo que hay que ejecutar sin miramientos. No hay tiempo para muchas explicaciones. El coronavirus COVID-19 ya está en Lanzarote, Sabemos que es un virus, además, de fácil contagio y muy veloz en sus localizaciones. Sabemos también que se reproduce por mitosis, o sea, que se divide para multiplicarse, y que se agarra a cualquier cuerpo humano con fatales consecuencias para los más vulnerables. Todo eso lo sabemos, pero sabemos también cómo pararlo.
Y ahí entramos en juego todos y cada uno de nosotros. Sin nuestros cuerpos a su alcance, el virus muere rápidamente. De eso se trata. En ponérselo difícil para que no vaya de un cuerpo a otro, de una persona a otra sin contemplaciones y con tanta rapidez que sea imposible que nuestras infraestructuras sanitarias puedan dar abasto en atendernos. Toca, por eso, en estos momentos, dispersarnos, quedarnos en casa, mantener la separación de un metro de otras personas, distancia de seguridad para que el virus “no salte” de uno de nosotros a otros y siga dividiéndose y multiplicándose. Controla a tu familia en tu casa, sal a la calle de forma individual, estrictamente el tiempo necesario, mantén la distancia de seguridad con otras personas y no le rías las gracias a los que incumplen, a los que deberías denunciar por sus temeridades.
En esta ocasión, tenemos que cumplir cada uno a raja tabla las normas para que todo salga bien. Pero no es suficiente, es necesario que también los demás las cumplan. Por eso, para parar la cadena del coronavirus hay que ser muy responsables y muy solidarios. Todos deben estar al tanto de las normas, de los peligros que corremos.
Somos superiores al virus, pero él trabaja sin descanso, y no se despista. En cambio, nosotros tenemos que respetar las normas sanitarias para acabar con él. Sólo eso. Pero nada menos que eso.